El fenómeno no es nuevo, pero va en aumento. Cada vez más mallorquines huyen de la masificación en las islas para veranear en el norte de España, «donde el clima es mejor, los precios acompañan y se ajustan más a nuestros sueldos y donde es posible ir a la playa sin que esté saturada o cenar en un restaurante sin tener reserva».