La suciedad y la humedad se come las paredes del sótano de un antiguo hotel en Gomila. Bajando las escaleras el olor a insecticida aparece de repente e inunda los pasillos. Hay que mirar dos veces por donde caminas para no toparte con restos de cucarachas esparcidos por el suelo. 

Viviendas sin ventilación se sitúan en este sótano donde viven tanto extranjeros como españoles. Cuando recorres los pasillos laberínticos con apenas iluminación se pueden ver una veintena de puertas de metal con sus números correspondientes para diferenciar estos habitáculos de ente 8 y 10 metros cuadrados, donde pueden llegar a vivir hasta seis personas.