Japón verterá al Océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua contaminada de la central nuclear de Fukushima. Previamente, el agua será filtrada y diluida para reducir al máximo sus residuos radiactivos y cumplir así con los estándares internacionales. La operación comenzará en dos años y se calcula que todo el proceso se demore durante décadas. China y Corea del Sur ya han mostrado su rechazo al plan que será además un nuevo golpe para la maltrecha industria pesquera de Fukushima.
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