Se cuentan por centenares los residentes de Tacloban que ansían huir de las ruinas de su ciudad. Lograr subirse a un avión militar de la fuerza aérea filipina es la única opción. La prioridad en estos vuelos ahora humanitarios son enfermos, heridos, ancianos. Así que la ansiedad entre los que no forman parte de ese grupo es más que evidente. Familias con niños aguardan, pero pierden la paciencia. Lo mismo que los que se quedan fuera porque ya no caben más. Las súplicas de poco sirven. No son los militares a pie de pista los que deciden . Hay zonas a las que aún no ha llegado nada de ayuda como relata con rabia esta jóven. "No hemos recibido nada, ni un grano de avena. Mis dos hermanos podrían morir, el mayor está enfermo, el otro herido. Yo soy la única que no está enferma. ¿Tengo que esperar a enfermar a morir uno a uno antes de que hagan nada?¿Qué clase de personas son? Nos dijeron que nos ayudarían.