A casi 7.000 años luz de la Tierra se desarrolla un espectáculo cósmico que el telescopio James Webb ha retratado con una resolución inédita. Los Pilares de la Creación participan del frenesí de las estrellas que se forman y salen despedidas de nubes polvorientas en el transcurso de millones de años.

A casi 7.000 años luz de la Tierra, en la Nebulosa del Águila, se han formado unas concentraciones de gas y polvo interestelar con forma de columnas que fueron fotografiadas por los astrónomos Jeff Hester y Paul Scowen mediante el telescopio espacial Hubble el 1 de abril de 1995.

A esas concentraciones, origen de nuevas estrellas, se les han llamado Los Pilares de la Creación, por la forma de columnas que tienen: recuerdan los pilares de los templos clásicos de Grecia y Roma.

Imágenes posteriores tomadas con el telescopio espacial Spitzer sugieren que los Pilares de la Creación habrían sido destruidos hace 6.000 años por una onda de choque generada por una supernova.

Aunque esta interpretación no se ha certificado, si la destrucción de los Pilares de la Creación hubiera ocurrido, no sería visible desde la Tierra sino hasta dentro de 1.000 años, por lo que no podemos estar seguros de que estemos hablando de un fantasma cósmico ya desaparecido.

Más observaciones

En 2011, el Observatorio Espacial Herschel de la Agencia Espacial Europea (ESA) capturó una nueva imagen de los Pilares de la Creación en longitudes de onda de infrarrojo lejano, lo que permitió a los astrónomos llegar a una comprensión mucho más completa de las fuerzas creativas y destructivas que se producen dentro de la nebulosa del Águila.

En 2015, coincidiendo con la celebración de los veinticinco años del lanzamiento del telescopio espacial Hubble, los astrónomos reunieron una fotografía más grande y de mayor resolución de los Pilares de la Creación: ofrece una vista más amplia de la base de las columnas nebulosas.

Ahora ha entrado en escena El telescopio espacial James Webb de la NASA: ha capturado un paisaje exuberante y muy detallado de los Pilares de la Creación, debido a la cámara de infrarrojo cercano de Webb (NIRCam, por sus siglas en inglés) de la que dispone el nuevo telescopio.

En esta imagen, los pilares tridimensionales parecen majestuosas formaciones rocosas, pero mucho más permeables. El gas y polvo interestelar que dan forma a estas columnas se ven, a veces, semitransparentes en la luz del infrarrojo cercano.

Detalle sin precedentes de las estrellas que rodean a Los Pilares de la creación. NASA, ESA, CSA, STScI.

Frenesí estelar

Con respecto a las anteriores imágenes, la captada por James Webb muestra en el entorno de los Pilares de la Creación numerosas protoestrellas que habían pasado desapercibidas: emergen y estallan en el entorno de las columnas cósmicas.

En la imagen del Webb se aprecian líneas onduladas que parecen lava, pero que son eyecciones de esas estrellas que aún se están formando: lanzan periódicamente chorros que chocan con las nubes de material que forman los gruesos pilares.

Estos chorros a veces provocan la formación de una especie de olas de proa, llamadas así porque se forman delante de un barco cuando la proa corta el agua al navegar. Algo parecido ocurre también en los Pilares de la Creación con los chorros que lanzan las estrellas jóvenes.

El brillo carmesí que se aprecia en la imagen proviene de las moléculas energéticas de hidrógeno que resultan de los chorros y choques. Se estima que estas estrellas jóvenes tienen solo unos pocos cientos de miles de años.

No hay galaxias a la vista

Aunque puede parecer que la luz del infrarrojo cercano ha permitido a Webb "perforar" las nubes para revelar grandes distancias cósmicas más allá de los pilares, no hay galaxias en esta vista en la nueva imagen de Los Pilares de la Creación.

En cambio, una mezcla de gas translúcido y polvo conocida como medio interestelar se interpone en el camino. Bloquea nuestra visión del universo más profundo y está iluminado por la luz colectiva de la "fiesta" repleta de estrellas en la región, destaca la ESA.

La nueva vista obtenida por Webb ayudará a los investigadores a renovar sus modelos de la formación estelar mediante la identificación de recuentos mucho más precisos de estrellas recién formadas, junto con las cantidades de gas y polvo de la región.

Con el tiempo, los científicos comenzarán a desarrollar una comprensión más clara de cómo las estrellas se forman y salen despedidas de estas nubes polvorientas en el transcurso de millones de años, asegura la NASA.