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Memoria histórica

Fosas comunes, esperanza y emoción

El plan de fosas ha identificado a 25 víctimas como Joan Ferrà, que ya descansa junto a su esposa - Ahora las esperanzas están puestas en Son Coletes, en Manacor, pero con cautela

La familia de Joan Ferrà, en el cementerio de Puigpunyent, con sus restos mortales. dm

Los restos de Joan Ferrà ya descansan junto a su esposa en el cementerio de Puigpunyent. El Govern organizó a principios de febrero un acto en homenaje al represaliado para entregar a su familia sus restos recuperados en la fosa de Calvià. "Sentimos una mezcla de alegría y emoción", confiesa su nieto, Joan Ferrà. "Estamos contentos de poder cerrar un ciclo pero la realidad es que también lo vivimos con tristeza porque no deja de ser un entierro", confiesa Ferrà, que siempre ha sabido lo que le pasó a su abuelo. "Mi abuelo era payés, simpatizaba con la lucha obrera y su nombre pronto figuró en las listas negras del franquismo", recuerda. "Una noche los falangistas se lo llevaron a Palma y después a la carretera de Calvià, allí lo asesinaron", añade. Era el 23 de agosto de 1936. Más de setenta años después, en octubre del año pasado, lo exhumaron en la fosa de Calvià. "Parece increíble, después de años reivindicando su memoria todo se aceleró de golpe y el pasado mes de diciembre nos llamaron diciendo que habían encontrado algunos de sus restos con signos de violencia", recuerda Ferrà.

Para poder identificar a su abuelo han sido cruciales las muestras de ADN tomadas a los familiares de las víctimas del franquismo. El secretario autonómico de Memòria Democràtica, Jesús Jurado, explica que disponen de un banco de material genético de familiares de personas desaparecidas. En total cuentan con las muestras de 89 familiares y de una setentena de cuerpos recuperados en las fosas. De ellos ya se han identificado 25. Por ejemplo, en el caso de Joan Ferrà, para poder identificar sus restos, mujeres y hombres de su familia se realizaron las pruebas de ADN. "Son muy importantes y todo el mundo lo puede hacer, solo hace falta chupar un pequeño palo y de este modo facilitamos la identificación", explica su nieto. Jurado concreta que cuando se excava una fosa, se recurre a la documentación histórica para conocer qué personas podrían estar en ellas. Una vez realizadas las pruebas de ADN de los restos se recurre al banco de familiares y se compara hasta que se encuentra la coincidencia. Encontrarla es muy emocionante. "Lo primero que hacemos es contactar con sus allegados para informarles de que hemos localizado a su familiar. Es muy emocionante porque es gente que lleva décadas buscándolo. Las familias están muy agradecidas", revela Jurado.

Familiares de víctimas del franquismo ante el osario de Son Coletes, en Manacor.

Antes de abrir las primeras fosas parecía que no era posible encontrar los cuerpos "pero a medida que recogíamos los primeros resultados, los familiares de las víctimas del franquismo nos empezaron a preguntar cómo podían hacerse la prueba", recuerda la presidenta de Memòria de Mallorca, Maria Antònia Oliver. Solo hay que acudir a las oficinas de la Direcció General de Memòria Democràtica y si es una persona mayor, los técnicos se pueden desplazar. Según Oliver, "el ADN es prioritario para identificar los restos humanos, pero no es el único método porque también existen los estudios antropomórficos". Y es que a veces las muestras genéticas que los arqueólogos encuentran en los restos no son suficientes para poder compararlos con el ADN de sus familiares. De hecho, este es uno de los obstáculos con los que se encuentran apunta Jurado. En estos casos es vital toda la información que hayan podido aportar las familias como fotografías, su altura, información sobre hábitos como el tabaco, sobre su complexión física, entre muchas otras informaciones relevantes. De hecho, "pudimos identificar los restos de uno de los individuos de Sant Joan gracias a que sabíamos que era fumador y a que encontramos restos de nicotina en sus dientes", recuerda Oliver. Jurado añade que lograron identificar a Juana Baño porque gracias a la documentación sabíamos que solo había una mujer en la fosa de Calvià.

Esperanza y cautela en Son Coletes

El Plan de Fosas 2019-2020 tiene previsto actuar por primera vez en lugares emblemáticos como Son Coletes, en Manacor. Hay muchas esperanzas puestas en esta excavación pero los expertos no dudan en pedir prudencia y cautela. Los investigadores manacorins Antoni Tugores y Antoni Sureda aseguran que es imposible saber el número de represaliados enterrados pero calculan que fueron más de 200. Y es que "desde agosto de 1936 hasta el abril de 1937 las ejecuciones fueron diarias". Las primeras víctimas fueron algunos de los milicianos republicanos que llegaron a Porto Cristo y a sa Coma desde Barcelona y no pudieron reembarcar cuando el ejército franquista los obligó a volver hacia la zona que aún dominaba el gobierno de la II República española. Pero los asesinados fueron muchos más. "Sabemos que en un solo día mataron a 39 personas y los asesinatos en Son Coletes fueron diarios durante unos ocho meses", lamenta el historiador Antoni Sureda. "Muchos mallorquines fueron llevados a Son Coletes para asesinarlos, de todo el Llevant, de Algaida o de AlgaidaPorreres, asegura Maria Antònia Oliver. "Cuando se llenaban las prisiones de los pueblos que integran el partido judicial de Manacor, llevaban a los presos a Son Coletes para matarlos y dejar sitio libre en los calabozos", añade Oliver.

Mercè y Daría Buxadé, voluntarias de Cruz Roja capturadas y asesinadas por tropas franquistas.

"Hasta el mes de agosto de 1936 las tropas golpistas que seguían las instrucciones del ejército franquista asesinaron, ejecutaron y quemaron los cuerpos de soldados y ciudadanos republicanos en el antiguo cementerio del Pla, que estaba ubicado en el actual parque municipal de Manacor", explica el también historiador Antoni Tugores, que es el autor del estudio incluido en el libro de fosas de Mallorca. Es uno de los documentos sobre los que se basará la apertura de la fosa de Son Coletes, el actual cementerio manacorí. Alrededor del 25 de agosto de 1936 las ejecuciones y la represión más salvaje se trasladaron desde el antiguo camposanto al actual. Entonces "era un recinto abandonado que había servido para enterrar los restos de los muertos de la peste que alrededor de 1820 hizo estragos en Mallorca", apunta Tugores. Se trataba de un recinto cuadrado de unos 3.500 metros cuadrados, rodeado por un muro bajo "que algunas viudas de víctimas republicanas solían saltar sin dificultades para llevar flores y rezar ante las zanjas que sirvieron de sepultura a los cuerpos de los que diariamente y hasta 1937 fueron ejecutaron en Son Coletes", añade Antoni Sureda, que ha colaborado con Tugores para ubicar los límites de ese pequeño cementerio que desapareció con las obras de construcción del enorme camposanto actual, unas obras que empezaron en 1948.

Lo primero, encontrar la fosa...

Los primeros sondeos y catas arqueológicas para intentar ubicar las fosas comunes del franquismo en el actual cementerio de Manacor se hicieron hace poco más de un año. "El trabajo se hizo a ciegas porque no sabíamos exactamente donde ubicar los límites del antiguo cementerio de Son Coletes, que es donde se enterraron los represaliados", confiesa Sureda. Pero una fotografía antigua hecha por el Ejército estadounidense en 1942 resultó ser la clave para saber exactamente dónde buscar los cuerpos de las personas asesinadas durante la Guerra Civil y la represión franquista. En aquel momento en el camposanto no había paredón ni muros altos, los que vivieron aquel horror y han compartido sus recuerdos con nosotros hablan de una cruz que estaba justo en el centro del antiguo cementerio", apunta el historiador Antoni Tugores. Ese era el lugar en el que se asesinaron a cientos de personas. "Abrieron cunetas de forma radial, desde esa cruz hacia los muretes exteriores y allí enterraban los cuerpos de los republicanos", recuerda Antoni Sureda.

"Hay esperanza y hay ilusión pero no tenemos ninguna certeza", concluyen los dos investigadores. Y es que el actual cementerio de Manacor y su enorme estructura se construyeron entre 1948 y 1953. Durante las obras, que los expertos califican de "faraónicas", se excavaron las capillas subterráneas y se alzaron los enormes muros y las capillas en todo el perímetro de Son Coletes. También se abrieron cunetas para los conductos de agua y electricidad. "Fue en ese proceso cuando se perdieron muchos de los restos que contenían las fosas comunes del franquismo, pero puede que todavía existan bajo los pasillos y los jardines del cementerio actual, esa es nuestra esperanza", confiesan Antoni Tugores y Antoni Sureda. "No queremos crear falsas esperanzas a nadie, sabemos donde estaba el antiguo cementerio y creemos que en algunos puntos aún podrían conservarse restos humanos que corresponden a personas asesinadas por la represión franquista", insisten los investigadores.

Las enfermeras capturadas por las tropas franquistas.

De hecho, se sabe que durante las obras de construcción del actual cementerio de Son Coletes "había permanentemente falangistas que vigilaban los trabajos, solo habían pasado unos diez años desde las últimas ejecuciones y se cuenta que algunos de los restos que aparecieron entonces se pudieron identificar a simple vista", reseña Tugores. Todos esos restos "se trasladaron al depósito de huesos del antiguo cementerio del Pla, que ahora es el parque municipal, y actualmente no sabemos donde están", lamenta Antoni Sureda. Por eso los dos piensan que "no hay que descartar la posibilidad de que la dictadura se encargara de hacerlo desaparecer todo durante la construcción del actual cementerio entre 1948 y 1953. ¿Llegaron tan lejos? Tanto Tugores como Sureda expresan sus reservas ante la excavación en el cementerio y aseguran que en Son Coletes "es posible que aún queden cuerpos y restos en su sitio, pero muy probablemente no se podrán encontrar muchos".

Sin documentación del archivo militar

Maria Antònia Oliver remarca que mientras se producían los asesinatos en Son Coletes no estaba presente ningún militar ni ningún juez. "Fueron asesinados a sangre fría y con la voluntad de hacerlos desaparecer sin dejar rastro, por eso en el caso de Manacor debemos todo lo que sabemos a la gente que ha perdido el miedo y ha explicado lo que sabe de aquellos años de miedo y barbarie", explica. Hay que tener en cuenta que "en Manacor se situó el frente de guerra y la represión fue muy dura, junto con la de Porreres y PorreresPalma, señala Oliver, que tiene claro que abrir la fosa de Manacor "vale la pena intentarlo". En un principio tanto el informe histórico como el técnico señalaban que en Son Coletes resultaría imposible encontrar restos humanos que correspondan a los represaliados del franquismo. "Ahora sabemos que puede que queden restos intactos pero aunque la búsqueda no dé resultados hay que intentarlo", defiende Oliver. "Hay que hacerlo por los familiares y por todos nosotros, sentir que los poderes públicos se encargan de buscar, encontrar, identificar y devolver los cuerpos a sus seres queridos ya es reparador. Y aunque no dé resultados, sentir que las administraciones han hecho su trabajo ya es reparador para las familias", reconoce la presidenta de Memòria de Mallorca.

Dignificar el lugar

"Los historiadores y los arqueólogos van con pies de plomo y no dan falsas esperanzas porque puede que no encontremos absolutamente nada, si pasa eso hay que convertir el cementerio de Son Coletes en un espacio de memoria, en un lugar digno para recordar a los desaparecidos", defienden desde el Comité de Son Coletes. Pero realmente la dignificación de este cementerio comenzó hace ya más de 30 años. En la década de 1980 un grupo de antiguos militantes antifranquistas, entre los que se encontraban Andreu Frau, Miquel Sunyer, Joan Mascaró o Joan Rosselló, decidió organizar un acto para recordar a las personas que habían sido represaliadas y asesinadas en Manacor. En los primeros años los homenajes no eran muy concurridos pero actualmente están plenamente consolidados y año tras año más gente llena el camposanto para recordar a las víctimas del franquismo. El artista Jaume Ramis y uno de los fundadores del comité de Son Coletes, Andreu Frau, idearon el mural que se ha convertido en uno de los símbolos del comité y de la memoria de las víctimas del franquismo en Mallorca. En 2016 se consiguió instalar el mural en el cementerio de Manacor. Fue el fruto de una larga lucha porque durante más de treinta años el comité solicitaba permiso para instalar el mural en Son Coletes. Fueron muchos años de lucha y durante ese proceso han ido desapareciendo casi todos los fundadores del comité. Pedro Frau y Joan Sunyer vieron cómo sus padres decidieron no claudicar en su empeño, dejaron atrás el miedo y cada año siguen recordando públicamente aquellos que murieron para defender la democracia y sus ideales.

Las tías de Xavier Buxadé

Xavier Buxadé siempre ha sabido que sus dos tías vinieron a Mallorca con la expedición de milicianos liderados por el capitán Bayo en plena Guerra Civil. Sus tías eran voluntarias de la Cruz Roja y fueron capturadas junto a otras tres sanitarias por las tropas franquistas. Las pasearon desnudas por Manacor, las maltrataron, las violaron y las asesinaron allí. Nadie sabe exactamente dónde están. El tío de Xavier, Carlos Buxadé, ha dedicado muchos años de su vida a investigar el paradero de Daría y Mercè Buxadé. Y ahora Xavier sigue sus pasos. De momento nadie les ha comunicado que se va a intentar abrir la antigua fosa común de Manacor pero él se muestra encantado. "Tenemos ADN disponible para poder compararlo con los restos que se puedan encontrar y nos encantaría poder volver a casa habiendo podido rescatar sus restos. Lo más importante es poder retornarles la dignidad", sentencia.

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