Genara Romero pagó en repetidas ocasiones las multas por los hurtos al descuido que perpetraba su hijo Jaume Llabrés, de 33 años, con asiduidad. Hasta que no pudo impedir que entrara en la cárcel tras su enésima detención. «Era adicto a las drogas y todo lo hacía para comprarla. Yo no podía pagar por todo lo que él hacía». En prisión, le dieron un soplo de una plantación de marihuana en una casa situada en las afueras de Inca. Al irrumpir en el jardín del inmueble, el dueño le sorprendió y le asestó una docena de machetazos, que le causaron la muerte. «A Jaume le asesinaron. Si intentó robar, fue por su adicción a la droga», sentencia.
«Mi hijo no era una persona violenta. Nunca lo fue. Tenía un serio problema con la droga y cometía pequeños robos. En la cárcel siguió un tratamiento para desintoxicarse, pero también hizo malas amistades», abunda. En concreto Jaume Llabrés tuvo como compañero de celda a un joven de Selva. Este le habría dado el soplo de una plantación de marihuana en una casa en las afueras de Inca. Un mes después de salir de prisión planearon perpetrar ese vuelco que le costó la vida.
Los hechos ocurrieron sobre las ocho de la tarde del 24 de septiembre de 2020 en una finca situada en el Camí de Can Batle en las afueras de Inca. Jaume Llabrés y dos compinches se disponían a dar un vuelco. Él se adentró en el jardín para el robo. Otro le debía secundar y un tercero aguardaba en el coche.
Hemorragia masiva
El propietario de la finca sorprendió a l ladrón y no dudó en arremeter contra él. Según su versión de lo ocurrido hubo «un forcejeo» con el fallecido. No obstante el resultado del supuesto enfrentamiento entre uno y otro fue diametralmente opuesto. Mientras el dueño resultó completamente ileso en el lance, el intruso recibió cuchilladas mortales por el cuerpo. Las puñaladas le afectaron el pecho, el brazo, la espalda y la cabeza. Este ataque le causó a Jaume Llabrés una hemorragia masiva, que le desencadenó la muerte por la gran pérdida de sangre que sufrió.
Nada más tener conocimiento del crimen de su hijo el 24 de septiembre de 2020, Genara Romero se desplazó a las afueras de Inca, en el Camí de Can Batle. Allí yacía el cadáver de Jaume Llabrés. Investigadores del Grupo de Criminalística de la Guardia Civil aseguraban las pruebas para reconstruir cómo habían ocurrido los hechos.
«A mi hijo lo estaban esperando. La droga no apareció. El forense que certificó su fallecimiento y la Guardia Civil me dijeron lo mismo: que a Jaume lo habían asesinado», subraya.
En la vista previa al señalamiento de juicio por el procedimiento del jurado. El fiscal ya apuntó que los hechos podrían ser constitutivos de un presunto delito de homicidio con una serie de agravantes. Entre estos estarían que el encausado habría rematado a la víctima para asegurarse de su muerte.
Por su parte, la acusación particular, ejercida por el abogado Andreu Rotger en representación de la madre de Jaume Llabrés, calificó los hechos de, al menos, un homicidio con alevosía y ensañamiento, que lo equipararía a un presunto delito de asesinato. Mientras que la esposa del procesado también se ha personado en la causa en calidad de perjudicada, debido al robo y a la intrusión que sufrieron en la finca de Inca.
La causa esta pendiente de las calificaciones previas a la celebración del juicio por medio de un tribunal popular, que a todas luces tendría lugar el año que viene en la Audiencia de Palma.