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Francisco Córdoba, capitán del Servicio Marítimo de la Guardia Civil: «Los chárters y motos de agua concentran la mayoría de denuncias en las costas de Balears»

«Hay mucho negocio en la náutica, pero no se puede promover el negocio minimizando las exigencias de titulación y experiencia»

Francisco Córdoba, jefe del Servicio Marítimo de laGuardia Civil.

Francisco Córdoba, jefe del Servicio Marítimo de laGuardia Civil. / Guillem Bosch

Xavier Peris

Xavier Peris

El capitán Francisco Córdoba (Esporles, 1974) es desde febrero del año pasado el jefe del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. Una unidad que, en sus propias palabras, es «la policía del mar». Dispone de siete embarcaciones, tres patrulleras de gran recorrido y cuatro auxiliares, que tratan de mantener el orden en unas costas donde cada verano navegan más de 25.000 embarcaciones de recreo.

¿Cuáles son las principales actuaciones del Servicio Marítimo de la Guardia Civil?

Básicamente nos encargamos de todas las competencias que tiene el Estado en la mar: control de embarcaciones, seguridad de bañistas y vigilancia de las fronteras exteriores. También protección del medio ambiente y patrimonio histórico sumergido, y represión del contrabando y el narcotráfico. Somos la policía en la mar.

Tras los años de bajón por la pandemia, este verano se ha incrementado mucho la actividad en el sector náutico. ¿En qué se ha traducido esto en el mar?

En una masificación de las aguas costeras que ya se notó el año pasado. La gente tenía muchas ganas de salir a la mar y lo han hecho masivamente.

¿Se puede hablar de saturación de las aguas costeras? ¿Cuáles serían los puntos más conflictivos?

Son las más conocidas: Eivissa y Formentera, la bahía de Palma, bahías de Pollença y Alcúdia, junto con las zonas de Porto Cristo y Cala Millor. Y desde el año pasado ha crecido exponencialmente la actividad en Menorca, sobre todo en Maó.

¿Cuáles son las principales actividades en estas zonas?

El incremento del turismo y la moda por salir en barco ha provocado una proliferación de empresas de embarcaciones de alquiler, con o sin patrón. Y también otras actividades náuticas, como alquiler de motos de agua, bananas, parachutes, y los velomares de toda la vida.

¿Y qué irregularidades han detectado?

Lo que más se da es el intrusismo: gente que utiliza embarcaciones para una actividad comercial sin autorización. Llevamos años realizando campañas específicas en ese sentido, con muchos expedientes abiertos. El principal problema es el riesgo que implica que gente sin ningún tipo de experiencia ni titulación realicen estas actividades.

¿Tienen alguna estimación sobre cuantas embarcaciones chárter irregulares funcionan en la isla?

En la campaña de 2022 abrimos 184 expedientes sancionadores a empresas chárter por diferentes infracciones. De esas 184, más de un centenar eran embarcaciones que realizaban la actividad sin autorización. En el resto eran embarcaciones que tenían permiso, pero tenían deficiencias en temas de seguridad o que les faltaba alguna documentación. Y este año vamos a superar esa cifra.

¿Y aparte de los chárters?

En verano tenemos dos campañas básicas. Por un lado el control de motos de agua. Son embarcaciones con un alto grado de siniestralidad, lo que ha llevado a la Guardia Civil a realizar controles específicos desde 2006. Aquí hay también mucho intrusismo, que genera grandes problemas. En Cala Gamba tenemos uno de los casos peores. Hay una gente a la que llevamos denunciando desde el mes de mayo, pero no conseguimos que cesen con la actividad. Son dos empresas pirata, totalmente ilegales, que alquilan estas motos a usuarios con y sin titulación, se saltan totalmente la normativa, ponen en peligro la seguridad en la zona y tienen constantes conflictos con los vecinos. No tienen un local, simplemente se anuncian en páginas de anuncios y llevan allí las motos en remolques. Les hemos puesto cerca de cuarenta denuncias, e incluso les abrimos diligencias penales por un incidente en Ciutat Jardí, pero siguen con la actividad. Así que ahora vamos a intentar inmovilizarles los vehículos aduciendo que suponen un riesgo para la seguridad. Es un gran problema en la zona.

Me hablaba de dos campañas especiales. ¿Cuál es la otra?

La inspección y control de zonas de baño y zonas balizadas. Se trata de evitar que embarcaciones se acerquen a playas donde hay gente bañándose. Aquí se imponen sanciones muy elevadas, de más de 3.000 euros por fondear en una zona prohibida. Son actividades que tienen un elevado riesgo para las personas. Las zonas de fondeo están consideradas áreas de peligro para la navegación y se tiene que navegar a un máximo de tres nudos. Pero nos encontramos muchas veces embarcaciones como motos de agua, que navegan a alta velocidad en zonas donde hay bañistas. Hay que recordar que una moto de agua no puede navegar a menos de 200 metros de una playa.

Para recapitular, ¿cuales de estas actividades concentran las denuncias que imponen a lo largo del año?

Básicamente chárters y las motos de agua concentran la mayoría de las irregularidades. Solo los chárters supusieron el año pasado el cerca del 20% del total de denuncias. Y luego en el resto, usuarios de embarcaciones recreativas que en un momento dado pueden cometer una irregularidad o deficiencias en la documentación. También hacemos controles en pesqueros o party boats.

Muchas de las playas de Mallorca están saturadas de barcos fondeados.

Desde cinco años atrás todos los lugares de baño se han ido balizando y ha sido un salto cualitativo de seguridad para los bañistas. Pero todavía hay muchas playas sin balizar, y donde hay embarcaciones que fondean muy cerca de la costa. Se mezclan bañistas con embarcaciones y eso es lo que tenemos que evitar. Hay que continuar balizando estas zonas.

El Servicio Marítimo también se encarga de la vigilancia de la frontera y del control de la inmigración irregular que llega en pateras.

Sí, en Balears se ha registrado en los últimos seis o siete años un fuerte incremento de la llegada de pateras. Aquí nuestra principal misión es salvaguardar la vida en la mar, intentar que estas personas que tratan de llegar a las costas españolas y europeas no sufran un accidente. Nuestra principal función fuera del control administrativo de las actividades en la mar es el control de las fronteras exteriores. Y aquí también hacemos mucho trabajo en cuestiones fiscales, contrabando y tráfico de drogas.

Vamos por partes, porque esto es muy extenso. En la cuestión de las pateras, parece que la ruta balear se ha asentado como entrada de la inmigración irregular desde Argelia. ¿Se han detectado las actividades de grupos organizados que gestionan estos viajes?

Totalmente. El 95% de las embarcaciones con migrantes que llegan de Argelia son iguales, el mismo casco y el mismo motor. Es una evidencia de que hay una organización detrás de estos viajes. Antiguamente las embarcaciones eran distintas, había desde barcas de pesca a pequeños yates, con distintos materiales y procedencia. Ahora son todas iguales.

¿El fenómeno va a más o ha tocado techo?

Nunca se sabe. Las corrientes migratorias van muy en función de las circunstancias de los países de origen.

En muchas ocasiones estas embarcaciones llegan por oleadas, varias el mismo día. ¿Es una estrategia para tratar de desbordar los servicios de vigilancia en Mallorca?

Sobre todo obedece a la climatología. Suelen esperar en puerto hasta que las condiciones son buenas. Más allá, no podría decirle que esto se deba a una estrategia.

También me hablaba del contrabando y el tráfico de drogas. ¿Las redes de narcotráfico utilizan la misma ruta?

Son rutas diferentes. Entre otras cosas porque la mayor parte de la entrada de droga es a través de Marruecos y en la cuestión migratoria el punto de origen siempre es Argelia. No hay conexión entre las mafias de tráfico de personas y las de drogas. En Argelia no existen las organizaciones dedicadas al tráfico de drogas que hay en Marruecos.

Parece que en los últimos años no se capturan los grandes alijos de droga por vía marítima que eran más habituales hace unas décadas.

Seguimos teniendo intervenciones importantes. En Mallorca hemos capturado este año una embarcación con 2.000 kilos de hachís, y otra con 600 kilos en Eivissa. Es una constante. Aunque es verdad que cada vez hay más dispositivos de control y esto ha obligado a las organizaciones a poner en marcha otras vías alternativas de entrada de droga en Europa. España ha hecho un gran esfuerzo para el control de nuestras fronteras exteriores, con la instalaciones de radares en la costa y el incremento de las dotaciones del Servicio Marítimo. Y cuando ven que es más difícil entrar en España, se desvían a otros sitios. Pero cada año seguimos teniendo varias grandes interceptaciones de droga. Y cuando aparecen fardos en la mar significa que hemos hecho un trabajo preventivo, que han tenido que tirar los fardos porque nos han detectado.

El Servicio Marítimo realiza también funciones de Policía Judicial en el mar.

Nuestra función de Policía Judicial se produce cuando hay un incidente en la mar que pueda tener una responsabilidad. Por ejemplo, si se produce un abordaje y no llegan a un acuerdo, realizamos diligencias a prevención para que en un momento dado con nuestro informe técnico se pueda dilucidar de quién es la responsabilidad. Y a nivel penal, en caso de accidente con muertes o lesiones o daños, realizamos también todos los informes técnicos.

¿Se registran muchos accidentes náuticos en Balears?

Sí, claro. Hay muchas embarcaciones y esto incrementa el riesgo de accidente. La mayoría son abordajes leves, sin consecuencias. El año pasado en Eivissa tuvimos un accidente con un fallecido, y dos casos de catamaranes que embarrancaron y hubo varios heridos. Y este año ya hemos tenido una chica fallecida en Albarca a principio de temporada, a la que le pasó por encima una embarcación. Y otros tres casos de lesiones graves con amputaciones.

Todos son casos de bañistas alcanzados por las hélices de embarcaciones.

Sí. Luego ya tenemos muchos casos leves, de gente que recibe algún golpe.

¿Hay alguna estimación de cuantas embarcaciones de recreo hay en aguas de Balears?

En las islas tenemos 22.478 puntos de amarre. Y ojo, eso son solo puntos de amarre. Luego tenemos todas las embarcaciones que vienen de fuera y todas las que no tienen punto de amarre, que son trasladadas con remolques, y además están los muertos ilegales. Con todo ello se puede incrementar la cifra en más de 2.000. Así que podríamos hablar de un parque náutico de unas 25.000 embarcaciones de recreo en aguas de Balears. Y eso sin contar los pesqueros, mercantes o ferrys...

Con estas cifras parece inevitable que se produzcan incidentes.

No es solo una cuestión de saturación. Le voy a contar un caso concreto. El otro día hicimos un control en la zona de Cala Galdana, en Menorca, y nos encontramos que estaba llena de embarcaciones fondeadas en zona de baño. En un solo día impusimos nueve denuncias, los casos más flagrantes. Y mientras estábamos tramitando una de ellas en la entrada de la cala con nuestro barco, que no es pequeño y que se ve bien claro que somos la Guardia Civil, de repente pasó a nuestro lado una embarcación de esas que se alquilan sin titulación. Nos ignora completamente, como si no estuviéramos, y se mete en la zona de baño. Y se pone a dar vueltas muy cerca de donde estaban nadando unos niños. Tuvimos que dejar todo para sacarles de allí de inmediato. No me lo podía creer.

Son los riesgos de embarcaciones tripuladas por personas sin ningún tipo de conocimiento náutico.

Es un gran problema. Estas embarcaciones se alquilan sin requerir ningún tipo de titulación ni experiencia en la mar. Y una hélice de un motor de 35 caballos hace el mismo daño y el mismo destrozo que una hélice de un motor de 300 caballos. Aunque la pala sea más pequeña, te destroza exactamente igual. Y a esta gente le dan una embarcación muy manejable, que se pueden meter por todos sitios, y navegan al lado de gente que está nadando. Así está la normativa. Se ha regulado el uso de embarcaciones con fines comerciales de una manera que ha permitido el acceso a gente con una titulación cada vez menor. Porque también están los casos de patrones de embarcaciones de recreo que se hacen a la mar una vez cada ocho años, o los patrones de yate, que era una titulación pensada para salir con tu familia, pero que les permite dedicarse profesionalmente a esto. Son cuestiones que se van a tener que abordar. Hay que ofrecer servicios y hay mucho negocio en la náutica en Balears, pero para promover estos negocios se han minimizado las exigencias de titulación y experiencia, y no se puede hacer negocio a costa de la seguridad en la mar.

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