Un empresario acusado de estafar 400.000 euros a una pareja en una inversión de diamantes en África aseguró ayer que llegó a comprar las piedras preciosas, pero se las robaron. «Compré tres millones de dólares en diamantes a unos mineros en Sierra Leona y cuando regresaba a Freetown [la capital del país] sufrí un asalto y me los robaron. Mataron a dos personas que iban conmigo», explicó el procesado durante el juicio en la Audiencia Provincial de Palma. «Parece una película, pero no lo es», apostilló, consciente de las dudas que puede generar su relato.

El procesado, de 71 años, justificó así que los afectados, que hipotecaron su casa para financiar la transacción y acabaron perdiendo el inmueble, no recibieran ni los diamantes ni los beneficios prometidos. La fiscal, sin embargo, no le creyó y mantuvo su petición de tres años y medio de cárcel para el acusado por un delito de estafa.

Los hechos ocurrieron en 2012. El acusado contó que ya entonces llevaba una década haciendo negocios en Sierra Leona, captando inversores españoles para el gobierno de ese país africano. El hombre explicó que acabó realizando operaciones con diamantes, «un negocio seguro» que daba grandes beneficios. 

La fiscalía reclama una condena de tres años y medio de cárcel para el procesado y que devuelva el dinero

Así, conoció a los denunciantes -una pareja afincada en Cataluña- y les ofreció participar. Los afectados, a través de un prestamista mallorquín, hipotecaron su casa en una operación llevada a cabo en Alcúdia y le entregaron 400.000 euros. El sospechoso aseguró que viajó a Sierra Leona con tres millones de dólares de diferentes inversores. «Me la jugué», explicó. Según su versión, gastó todo el dinero, «que llevaba en mochilas», en comprar diamantes a los mineros de la zona de Kono. «No tengo recibos de la operación», justificó. El empresario explicó que cuando regresaba a Freetown para regresar a Europa con los diamantes, sufrió «un asalto grave». «Íbamos cuatro personas y a dos las mataron allí. A mí me dejaron hecho una porquería», sostuvo el empresario, que dijo haber precisado asistencia médica en un hospital. «En la vida he intentado engañar a nadie. Mi obsesión es devolverles el dinero», sentenció.

Un testigo que se presentó como ex cónsul honorario en Sierra Leona, citado por el acusado, vino a corrobar su relato. Según dijo, tuvo conocimiento de lo ocurrido por casualidad y, tras contactar «con un comandante», acudió al lugar. «Había dos negros ejecutados, uno estaba casi decapitado», explicó. Según dijo, el militar del país africano «confirmó» después que el acusado había comprado tres millones de dólares en diamantes. A preguntas del tribunal, reconoció que cuando ocurrieron los hechos ya no era cónsul, «pero seguía colaborando con la embajada».

Los denunciantes explicaron que hubo una primera inversión con el acusado de 70.000 euros por la que recibieron dos pagos de 3.000. Luego les explicó que necesitaba más dinero para realizar los trámites en la Aduana y sacar los diamantes. Por eso hipotecaron su casa a través del prestamista mallorquín, que les dio un crédito de 500.000 euros. «Parecía un empresario serio, decía que tenía contactos importantes», explicó el perjudicado. El impago del préstamo le hizo «perder la casa y la salud», señaló. Su mujer, que declaró entre sollozos, contó que invirtieron «por la rentabilidad» y que les fue imposible volver a contactar con el sospechoso.

La fiscal pidió al concluir el juicio que el procesado les indemnice con 400.000 euros, mientras la defensa solicitó su absolución. El caso quedó visto para sentencia.