Los miembros de dos de las familias desalojadas, que permanecían ayer en las puertas de la finca a la espera de trasladarse a un centro de acogida, explicaron la dramática situación en la que se encuentran. «Yo compré mi piso hace dieciocho años», explicaba uno de los vecinos. «Vivo con mi mujer y mis dos hijos, de quince y cuatro años, aunque ella y el niño pequeño están en Londres visitando a su familia».

Este hombre comenta que la mayoría de los desalojados han podido instalarse de forma temporal en casas de amigos y familiares, aunque todos están inquietos ante la posibilidad de que esta situación se prolongue mucho en el tiempo. «Hay un vecino que ha pasado la noche en un hostal cercano, pero le ha costado 140 euros. No podemos asumir ese gasto».

Varias de las familias se trasladaron ayer a un centro de acogida municipal, mientras realizaban gestiones con el seguro de sus domicilios, para que les ofrezcan una solución alternativa. «Nos han dicho que vamos a estar mínimo un mes sin poder entrar en nuestras casas, pero si esto dura mucho no sé adónde iremos».

En el edificio conviven familias españolas, indias y latinoamericanas.