Asesinato inmobiliaria Gijón

Un préstamo rápido con altos intereses, un divorcio y dos puñaladas con un cuchillo carnicero: las claves del crimen de la inmobiliaria de Gijón

Francisco Javier Rodríguez Tobajas recibió dos puñaladas, en el tórax y en el abdomen, cuando bajaba de su coche, en el que estaba su hija, a las puertas del negocio, en la calle Campo Sagrado

En imágenes: Asesinan al dueño de una inmobiliaria de Gijón.

En imágenes: Asesinan al dueño de una inmobiliaria de Gijón. / JUAN PLAZA

I. Peláez / Pablo Palomo

A plena luz del medio día y a sangre fría. Felipe D. A. R., un carnicero de 56 años, mató ayer de dos puñaladas a Francisco Javier Rodríguez Tobajas, de 55 y dueño de la inmobiliaria Golden Star, a la puerta de su negocio situado en el número 51 de la calle Campo Sagrado, en Gijón. Según fuentes policiales consultadas, el móvil del crimen, que se produjo pasada la una y media de la tarde, es económico. El agresor aseguró a los agentes que le detuvieron que la víctima le concedió un préstamo rápido cuyos altos intereses "le arruinaron la vida". Felipe D. A. R. esperó a Rodríguez Tobajas agazapado tras una furgoneta aparcada en la calle. Y le atacó cuando bajaba de un coche de empresa en el que iba su hija. La víctima logró entrar en la inmobiliaria para pedir ayuda a sus empleados y volvió a salir de nuevo, "sangrando a borbotones y gritando de dolor". Los médicos nada pudieron hacer por salvar su vida. Murió pocos minutos después ante la presencia de varios testigos.

Fueron los empleados de la inmobiliaria los primeros en atender a Rodríguez Tobajas. Un cocinero de una cafetería frente a la oficina les dio un rollo de papel para taponar sus heridas. Inmediatamente, se montó un amplísimo dispositivo de la Policía Local y de la Nacional. Acudió también una UVI Móvil. Sin embargo, pese a sus esfuerzos, los sanitarios nada pudieron hacer por salvar al empresario. Su cuerpo fue tapado con una sábana. El asesino no se marchó inmediatamente. Esperó a ver cómo se desplomaba la víctima. Entonces se fue en dirección a El Coto. Llevaba aún en las manos llenas de sangre el cuchillo. Trató de deshacerse de él tirándolo por encima de la tapia de la residencia de El Carmen. Los agentes lo recuperaron después. Le detuvieron a las 13.59 horas en la confluencia de las calles María Cristina y Duque de Rivas. Buscaba "una fuente para limpiarse" tras el crimen.

No opuso demasiada resistencia en el proceso. Según las fuentes consultadas, el asesino conocía de sobra a su víctima. Felipe D. A. R. habría pedido junto a su mujer un préstamo rápido al dueño de la inmobiliaria con altos intereses. Terminó por divorciarse y ahora vivía en una habitación compartiendo piso con varias personas en Contrueces. Según estas mismas fuentes, el presunto autor trabaja en una carnicería de la calle Uría. No apareció ayer por el negocio puesto que estaba de descanso. Los trabajadores de la carnicería no estaban al tanto de lo sucedido a primera hora de la tarde. Le describieron como "un buen chaval, callado y discreto". Según estas mismas fuentes, el cuchillo con el que perpetró el crimen lo habría sacado de su lugar de trabajo. Es gijonés y tiene dos hijas. Físicamente tiene el "pelo blanco" y a veces "lleva gafas".

Una vez detenido, y tras pasar por comisaría, le llevaron a un centro de salud para valorar su estado. Querían descartar que se lesionara al propinar las cuchilladas. El aviso a la Policía Local se produjo a las 13.46 horas. El ataque provocó un gran revuelo en la zona. Muchos escolares del colegio La Inmaculada y de otros centros cercanos se encontraron la escena al salir de clase. Felipe D. A. R. esperó al fallecido escondido detrás de una furgoneta. Sabía que trabajaba en el número 51 de la calle Campo Sagrado. La víctima se había bajado de su coche de empresa, un Peugot blanco con serigrafías de la inmobilaria. Iba con su hija y estaba aparcado en doble fila. Las cuchilladas fueron en las partes izquierda del tórax y abdomen. El empresario salió del vehículo tambaleándose. Dejó un reguero de sangre sobre la carrocería blanca. Trataba de llegar a su negocio para pedir ayuda. Los primeros en socorrerle fueron sus empleados, que hicieron lo que estuvo en su mano para poder frenar la importante hemorragia.

"Oí unos gritos tremendos. No eran insultos. Eran gritos de dolor. Miré y lo vi todo", expresó una clienta de una cafetería enfrente de la inmobiliaria. El escaparate del negocio da justo a donde se produjo el ataque. "Vi al señor con barba blanca (el supuesto asesino) en la puerta. Él salió corriendo. Iba todo lleno de sangre. Estaba en el asiento del conductor cuando pasó", aseguró esta misma persona. "No sé si acababa de llegar o si salía de trabajar. Sé que se cogía el pecho y que chillaba. Le salía la sangre a borbotones", añadió. Una de las hijas de la víctima estaba presente. "La escuché decir ‘papá, papá’", relata esta mujer. La hija tuvo que ser atendida poco después por los servicios sanitarios por un fuerte ataque de ansiedad.

"Estaba en la recepción y escuché unos gritos. Pensé que eran críos haciendo el tonto, pero salí a la calle", afirma, por su parte, el dueño de un gimnasio que hace esquina con la inmobiliaria. "Vimos que era él (Rodríguez Tobajas) y que venía ya apuñalado. Entró en la agencia y luego volvió a salir. Cayó en la calle desplomado", agregó este hombre. "Estaban las hijas y los empleados. Creo que tiene unos cuatro. Llevaban como unos cinco años en la zona. Eran gente normal, trabajadora. Nunca dieron un problema. No es algo que te esperabas que pudiera pasar", comentó el dueño de este gimnasio.

El operativo policial fue gigantesco. La Policía Científica tomó fotos de la zona en la que se desplomó Rodríguez Tobajas y de los regueros de sangre que dejó en la acera. Los empleados, así como la hija, se metieron de nuevo en el negocio. Los policías entraron con ellos para hacerles preguntas sobre lo sucedido. Algunos aún llevaban la ropa manchada. La familia se marcharon pasados unos 20 minutos en un coche de color marrón, entre ellas la hija del finado. Necesitaba ayuda para poder caminar. Un vehículo de la funeraria llegó antes para llevarse el cadáver, tras haberse ordenado su levantamiento. La Policía tuvo que acordonar la zona para evitar el paso de peatones. Una operaria de Emulsa llegó poco después para limpiar la acera. El agua y el jabón se mezclaron con la sangre. El líquido bajó cuesta abajo la calle Campo Sagrado. En el peldaño de entrada a la inmobiliaria había también un cigarrillo a medio consumir. Completamente empapado.

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