Los dos turistas norteamericanos rescatados dos veces en Ibiza: "Pensamos que íbamos a morir deshidratados"

Aseguran que el guía que les sugirió la ruta salió huyendo tras dar el aviso del primer rescate

Los dos turistas rescatados dos veces el mismo día por los Bomberos de Ibiza.

Los dos turistas rescatados dos veces el mismo día por los Bomberos de Ibiza.

Ángela Torres Riera

"Creo que tenemos un problema". Es la frase que pronunció Richard Laver, el pasado sábado, desde el interior de l’Avenc de na Coloms, un paraje natural casi inaccesible situado en la costa norte de Ibiza, en Sant Antoni y donde es difícil entrar pero más aún, salir. Quien narra estos hechos es Ryan Hattaway. Lo hace en inglés. Él y Laver son los dos estadounidenses que fueron rescatados, dos veces el mismo día por los bomberos de Ibiza y que se han puesto en contacto con Diario de Ibiza, del grupo Prensa Ibérica, para contar su historia tras leer las publicaciones de la prensa sobre lo que pasó.

"Somos dos supervivientes, afirma uno de ellos durante la llamada. Hattaway, realizador de cine, llegó a Ibiza hace varios días para grabar una película documental sobre su compañero Laver, que como cuenta, sobrevivió en mayo de 1979 al accidente del vuelo AA191 de American Airlines que cubría la ruta Chicago-Los Ángeles y dejó 273 pasajeros fallecidos, el más mortal de la historia aérea de Estados Unidos.

La idea era "grabar algunas imágenes de su estilo de vida", con paisajes atractivos y en un entorno bonito. Laver ya se encontraba en la isla con su mujer y su hija.

Una ruta sencilla

ruta senderista por la naturaleza

Los dos norteamericanos hablan a la vez cuando empieza este flashback y arrancan los hechos de esta inesperada historia. Sugeridos por el guía, Hattaway y Laver, de 42 y 50 años, respectivamente, acompañados de la mujer, de 59 años, y la hija del segundo, de 26, emprendieron camino hasta l’Avenc de na Coloms, conocido como Cueva de la Luz y uno de los lugares con mayor dificultad de acceso de la isla. Eso a pesar de que en los últimos años, las redes sociales han disparado su popularidad y, por tanto, han atraído a muchos excursionistas curiosos y no preparados.

Sábado 19 de agosto. Son las 11.30 horas cuando la cuarta ola de calor del verano acecha con temperaturas por encima de los 40 grados. Los cuatro senderistas, tutelados por el guía, están en plena ruta cuando la superficie se empieza a complicar y la mujer y la hija de Laver deciden dar la vuelta porque no se ven capacitadas para continuar la marcha. "Lo buscamos en Google antes de empezar a andar y no parecía complicado, pero cuando empezamos, ellas hubo un momento en que se asustaron", narra Hattaway. Los tres hombres llegan a la cueva, se asoman al abismo que se abre en el suelo, escarpado y rocoso: un cráter con final de un intenso azul (con doce metros de profundidad) donde la luz juega con el destello del mar y la arquitectura de las rocas.

Banderas rojas

Cuando le preguntamos sobre la dificultad de salir luego del agua nos dijo que era fácilLaver se lanzó y, a continuación, se tiró el guía, con un poco de miedono podían salir

Finalmente, el guía consiguió salir por el acceso desde el mar y una vez arriba, intentó lanzar la botella de agua al turista que estaba en el interior de la cueva, así como sus zapatos, para que intentara subir. Pero falló y botella y zapatos acabaron en el fondo marino. "Luego se encaminó a pedir ayuda; nosotros ya estábamos empezando a notar la sed, eran las 14 horas y calculamos cuatro horas de espera hasta que llegara para llamar a los bomberos y vinieran a rescatar a Laver". "Antes de que se fuera el guía le repetía que trajeran un helicóptero cargado de agua fría, porque de lo contrario nos íbamos a deshidratar", recordó Hattaway.

Las vistas hacia las alturas desde el interior de la conocida popularmente como Cueva de la Luz.

Las vistas hacia las alturas desde el interior de la conocida popularmente como Cueva de la Luz.

El primer rescate

El Grupo de Rescate Vertical de los Bomberos del Consell se desplazó hasta la zona, uno de los puntos negros de este tipo de rescates en verano, con cuatro efectivos y un sistema de cuerdas para descender y ayudar al turista a subir en una operación que se prolongó tres horas. "Mientras los bomberos terminaban de recoger el material, empezamos a andar el camino de vuelta. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que el guía se había esfumado", relata Laver. "Mi mujer y mi hija, que estaban preocupadas por nosotros, le habían dado agua para que nos la trajera y nunca le llegamos a ver", añade el estadounidense.

Esto lo supieron luego. Pero en ese momento se dieron cuenta, demasiado tarde, de que habían tomado la ruta errónea y se habían perdido, ya sin la presencia de los bomberos. "Era un camino complicado y confuso, nos desviamos un poco, porque no lo recordábamos y de pronto estábamos bloqueados al lado de una zona acantilada", detalla Hattaway con incredulidad y un poco de desesperación a pesar de que han pasado dos días del suceso. Por si fuera poco, los dos excursionistas empezaron a sufrir síntomas de deshidratación tras casi diez horas sin agua, agravados por el intenso calor del verano y de los tremendos esfuerzos físicos.

Acantilado sin salida

solo veíamos un acantilado de unos 400 metros de altura imposible de saltar sin morir en el intentoempezamos a rezar pensando que nos moríamos

En ese momento empezaron a descender, con las pocas fuerzas que les quedaban, en dirección al mar y a gritar: "Help, please, nine one one (911), no agua. Ya no sabía si hablaba en inglés o en español", cuenta Hattaway, que finalmente toma la iniciativa del relato para no solaparse con su compañero de aventuras. Los dos poseen un inglés con fuerte acento norteamericano. "Veíamos a gente en la playa pero no nos escuchaban", lamenta.

Los dos turistas estaban posicionados estratégicamente, al borde del acantilado que se levanta sobre Cala d’Albarca, en la costa de Sant Antoni. Un chico percibió su presencia, aunque al final, fue el pasaje de un dingui que navegaba frente el lugar donde estaban el que les mantuvo con esperanzas y avisó a los servicios de emergencias. "Veíamos la luz de los bomberos mientras nos buscaban a lo lejos, se habían equivocado de sitio y batían la montaña de al lado, recuerdan los dos. Mientras tanto, desde la embarcación auxiliar les iluminaban. Durante seis horas hasta que el helicóptero pudo encontrarlos. Intercambiaron con los tripulantes incluso gritos de desesperación. "Si estamos vivos es gracias a él, sobre todo", apunta Hattaway, "queremos agradecérselo y encontrarlo para poder invitarle a algo antes de irnos, a él y al otro chico que nos ayudó".

Varios de los rasguños sufridos por uno de los turistas el día de los dos rescates.

Varios de los rasguños sufridos por uno de los turistas el día de los dos rescates.

El segundo rescate

Tras recibir el aviso, los bomberos se desplazaron hasta el lugar con un vehículo ligero, el del grupo de rescate, y ocho bomberos. A las 21.30 horas, al no encontrar a los turistas, se sumaron al dispositivo la Unidad Canina de Rescate (con tres bomberos) y el Grupo Especial de Drones (con otros tres). Después de horas batiendo la zona y pensando que uno de ellos tenía una pierna rota, lograron localizarlos. Bien entrada la madrugada, sobre la una.

Lo primero que hicieron fue darles un poco de agua, en pequeñas dosis. La reacción de Laver fue vomitarla a causa de la deshidratación. Destacan, con énfasis, que uno de los bomberos les advirtió, justo antes del empezar el ascenso vertical por el acantilado: "Esto es una de las cosas más duras que vais a hacer en la vida, pero vais a hacerlo.

Este segundo rescate terminó a las cinco de la mañana, cuando por fin los turistas salieron del peligro gracias al equipo de bomberos, que pusieron fin a su odisea. "Son los auténticos héroes de esta historia", dice Hattaway. "Pensábamos que no sobreviviríamos -vuelve a repetir el norteamericano-, perdimos 15 'pounds' (casi siete kilos), y en cuanto al guía, mi mujer le envió un mensaje informandole de que su marido casi pierde la vida esa noche".

El guía no había respondido hasta el mediodía del martes, cuando les expresó su alegría al leer que ambos estaban a salvo. Les desea "feliz resto de vacaciones" y pide que "disfruten con conciencia y sin más problemas inesperados", según su mensaje de WhatsApp.

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