Dos edificios de 11 y 8 plantas del barrio palmesano de s’Escorxador se encontraban en un serio peligro de derrumbe inminente. Las 33 viviendas de las que constaban los inmuebles tuvieron que ser desalojadas este miércoles debido al serio riesgo que representaba para las personas (vea aquí las imágenes).

Los edificios de once y ocho plantas situados en el número 35 de la calle Andreu Feliu y en el número 24 de la calle Pare Francesc Molina tuvieron que ser evacuados debido al serio peligro que suponía para los residentes permanecer más tiempo en ellos. Un total de 19 pilares que sostenían las edificaciones se encontraban gravemente dañados y cuatro de ellos estaban en situación crítica.

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Desalojan dos edificios de Palma por peligro de derrumbe inminente Manu Mielniezuk

Una revisión realizada este lunes detectó el peligroso estado en el que se encontraban los pilares que sustentan estos dos edificios de las calles Andreu Feliu y Pare Francesc Molina. Hasta el punto de que acarreaban un serio riesgo de derrumbe. La altura de los cimientos se había rebajado cinco centímetros en los últimos cinco años. Este indicador revelaba el grave peligro que representaba para todos los vecinos.

«No tengo adónde ir»

Sobre las diez de la mañana de este miércoles, una dotación de Bombers de Palma y efectivos de la Policía Local se desplazaron hasta los dos edificios para comprobar el estado de los dos inmuebles. Ante la crítica situación, se instó a todos los residentes a abandonar sus viviendas con el tiempo justo para recoger sus enseres.

Por su parte los servicios sociales municipales proporcionaron un lugar de acogida a todos aquellos vecinos que carecían de un lugar adonde ir. Mientras, otros residentes han quedado alojados en casas de amigos y de familiares. Los dos inmuebles han quedado precintados. Los moradores solo podían recoger sus pertenencias acompañados por un bombero o un agente de la Policía Local.

Vitali, un vecino del número 24 de la calle Pare Francesc Molina, se lamentaba a los servicios sociales por la situación causada por el desalojo. «No tengo adónde ir», insistió. La vivienda donde residía con su mujer y sus dos perros la compró hace 14 años. Nunca se había topado con una situación así. Ahora no podía entrar a su casa precintada.