"Lo ha vuelto a hacer". La tercera jornada de búsqueda de restos humanos en la finca del Camí de Biniagual, cerca de Binissalem, concluyó ayer por la tarde sin resultados. Los investigadores están convencidos de que el sospechoso, Juan Torres Serra, alias Rotavella y el Pirata, el delincuente ibicenco de 57 años investigado por la desaparición de cuatro personas en Eivissa y Mallorca en los últimos 22 años, ha tenido tiempo de ocultar los restos de la última víctima, Antonio L.M., el hombre de 48 años con el que convivió durante un año. Eran conscientes de que era muy improbable que hubiera ocultado el cuerpo en la zona, pero era una posibilidad que había que comprobar. Por eso un gran contingente de guardias, con perros adiestrados y excavadoras, han rastreado palmo a palmo la parcela, de 40.000 metros cuadrados. El detenido será puesto hoy a disposición del juzgado de guardia sin que haya aparecido el cuerpo, pero con sólidos indicios de que él estaría detrás de la desaparición.

Tras tener noticias de la extraña desaparición de Antonio L.M. el pasado 24 de agosto, la Guardia Civil mantuvo vigilado estrechamente al sospechoso. Las alarmas saltaron al descubrirse que Juan Torres había estado conviviendo con el desaparecido durante un año en la casa de Biniagual. Este hombre estuvo investigado por la desapariciones del abogado Antonio Ferrer en 1997, del alemán Thomas Egner en 1998, y de Francisco López en 2007. Todas ellas en Eivissa. En los últimos dos casos los desaparecidos dejaron documentos firmados en los que cedían sus viviendas, a Rotavella o a otras personas.

En el caso de Antonio L.M. se repetía esta circunstancia. Cuando sus allegados fueron a la casa de Biniagual extrañados por su ausencia se encontraron con Juan Torres, que les explicó que el hombre se había marchado a Eivissa y no había vuelto a saber nada de él. Pero antes le había dejado un documento firmado por el que le permitía residir en la casa durante tres años.

Tras la desaparición de Francisco López en 2007, la Guardia Civil le había investigado en profundidad y llegaron a hacer un perfil psicológico del sospechoso, en el que se le describía como un «psicópata de manual». Se trata de un hombre inteligente y metódico, que actúa solo, no confía en nadie y no se derrumba ante las contrariedades. La ausencia de cuerpos en los tres casos anteriores evitó que fuera procesado. Hoy por la mañana volverá a ser conducido al juzgado como responsable de otra desaparición, y de nuevo sin cadáver.