Los bomberos tienen fama de ser tipos duros, pero todo tiene un límite. Una avería en el sistema de aire acondicionado del parque de los Bombers de Palma en Son Malferit ha obligado al personal de algunas dependencias a trabajar en plena ola de calor con temperaturas superiores a los treinta grados. "Es horroroso", comenta uno de ellos. "A veces tienes la sensación de que te vas a desmayar". No es la única deficiencia que arrastra el polémico y carísimo parque central, donde elementos de gran lujo conviven con carencias que incumplen la normativa más básica. Una parte de los pasillos ha sido precintada porque la barandilla no cumple los requisitos, y hay duchas que no se pueden utilizar porque se ha detectado legionela.

Las averías en el sistema del aire acondicionado del parque son un problema recurrente, que se repite desde hace años cada verano. Según informan fuentes de los Bombers, el pasado mes de abril se detectó que una parte de la instalación no funcionaba y se planteó una discrepancia sobre quién tenía que hacerse cargo de la reparación, ya que el parque se adquirió con un acuerdo de mantenimiento con una empresa que se abona cada año.

Tras acordarse que esta compañía costearía la reparación, se han encontrado con que las empresas especializadas en estas reparaciones están desbordadas de trabajo, con un aluvión de hoteles que están ultimando su puesta en marcha tras el parón obligado por la pandemia.

Mientras esperan, dos dependencias del primer piso, que incluyen la sala del 080, la biblioteca y la sala de televisión, y un dormitorio del segundo piso, están sin aire acondicionado.

"Hemos recibido la visita de inspectores de riesgos laborales a diferentes horas, y nunca se han detectado temperaturas superiores a los 27 grados, que es el máximo que establece la norma", comentan las fuentes oficiales de los Bombers. Sin embargo, algunos de los trabajadores afectados han hecho fotos del termómetro instalado en la sala, con un registro de 30,8 grados. "Es horrible, no se puede trabajar en estas condiciones", comentan.

Legionela en las duchas

No es la única deficiencia del centro. Recientemente se detectó un brote de legionela en el sistema de agua caliente que ha obligado a clausurar varias de las duchas. Las fuentes oficiales del organismo aclaran que en cuanto se detectó este problema se procedió a clorar todo el circuito de agua. Sin embargo, nuevas mediciones indicaron que la bacteria seguía presente, por lo que se volvio a realizar un nuevo tratamiento de desinfección, y actualmente se está a la espera del resultado de las últimas pruebas.

Mientras tanto, tanto las duchas del gimnasio como las de varios dormitorios no se pueden utilizar, hasta que no se descarte que están libres de la bacteria. "El problema es que no se ha señalizadocuáles son las duchas clausuradas, y cuando se ha producido algún cambio de turno ha venido gente que no lo sabía y las ha utilizado", explica un bombero.

Otras de las deficiencias del parque vienen de antiguo, desde su inauguración. Las barandillas de las plantas superiores tienen una distancia excesiva entre los barrotes, por los que cabría una persona, lo que incumple la normativa establecida para esta clase de edificios. Ocurre lo mismo en la barandilla de la escalera. Durante años los propios bomberos solucionaron el problema a su manera. Colocaron rejilla de gallinero en la escalera y una sucesión de barreras de plástico del Ayuntamiento en las barandillas de los pisos. En la actualidad se ha precintado parte de los pasillos para evitar que nadie se acerque a las barandillas.

Hay más. El suelo de la sala del 080 está tan deteriorado que los propios trabajadores lo cubrieron con unos tablones para evitar tropiezos y accidentes. De igual manera, el piso de las escaleras tiene forma de rejilla, lo que también incumple la normativa para prevención de accidentes, y ha sido cubierto por una estera.

Deficiencias

El parque de Son Malferit fue inaugurado en 2011 y quedó desde un inicio marcado por la polémica. Pese a que se construyó sobre un solar propiedad municipal, se financió mediante un sistema diferido, que obligaba al Consistorio y al Govern a elevados pagos anuales durante treinta años a la empresa, que a su vez se debe encargar de su mantenimiento. El coste final se elevará a 121 millones de euros, aunque desde las instituciones llevan años intentando rescatarlo. Los bomberos se han quejado en múltiples ocasiones de las deficiencias estructurales y la falta de mantenimiento en las instalaciones.