"Ella me ofreció 50.000 euros para que matara a su marido. Me eché a reír. No me lo creía porque estaba borracha y drogada. Fue dos días antes de la muerte de su esposo". Con esta contundente declaración, un traficante de drogas manifestó ayer en la Audiencia de Palma que Svetlana B. quería contratarle, supuestamente, para que acabara con la vida de su esposo Horst Hans HenkelsHorst Hans Henkels en Cala Millor.

El testigo reconoció que le había vendido a la mujer rusa un gramo de cocaína antes de recibir la insólita proposición de perpetrar un asesinato. Al parecer, la mujer había acudido a un establecimiento situado frente a la gasolinera de Cala Millor con la intención inicial de comprar droga.

La sesión de ayer sirvió para recrear la espeluznante escena de la muerte de Horst Hans Henkels en su domicilio de Cala Millor. Los brazos de la víctima habían quedado completamente descarnados tras ser devorados, presuntamente, por los perros. "Tenía el hueso completamente limpio. Era lo mismo que se ve al cortar un jamón", describió gráficamente el primer guardia civil que se adentró en el inmueble.

El agente acudió al domicilio situado en el número 12 de la calle Bellavista de Cala Millor, en el término municipal de Sant Llorenç, después de recibir una llamada a través del 112. Nadie le contestó a sus llamadas. Al abrir una ventana vio ladrar uno de los perros y vio que se dirigía hacia él. Tuvo que entrar con un empleado de la perrera municipal para que se hiciera cargo del can.

El guardia civil entró con un agente de la Policía Local de Sant Llorenç. La mujer estaba como ausente en el salón. "Tenía continuos cambios de humor. Se ponía agresiva, lloraba, me insultaba o sonreía", describió el funcionario. Al ver unos pies detrás del sofá, se percataron de que era un hombre con los brazos devorados. Entonces ella fue detenida. Había un cuchillo en el suelo y otro en la encimera de la cocina.

Un cuchillo ensangrentado

Por su parte, el teniente que se hizo cargo de la investigación declaró que habían encontrado un tercer cuchillo ensangrentado, entre dos colchones, en el dormitorio de la casa donde se había cometido el crimen. "El jefe del Laboratorio Criminalístico me avisó de que estaba allí. La hoja dentada era compatible con las lesiones de corte en los brazos de la víctima", explicó el responsable de la inspección ocular.

En el dormitorio también encontraron "proyecciones de sangre en las paredes". Según este investigador y los expertos estas huellas podrían responder al lanzamiento de la carne ensangrentada de la víctima.

Asimismo, un amigo de la encausada prestó declaración y afirmó que él había llamado al 112. También indicó que la víctima había sufrido dos ataques de los perros con anterioridad pocos meses antes. "No se quiso deshacer de ellos", señaló.