"Fueron unos momentos muy críticos y muy delicados, lo pasé muy mal". A Evaristo Santiago le costará olvidar la madrugada de ayer. En la medianoche, se encontraba trabajando como conserje en un hotel de Cala Bona (Son Servera) cuando una mujer inglesa bajó gritando por las escaleras con su hija, un bebé de corta edad, en brazos. La criatura se hallaba inconsciente y no respiraba. El hombre actuó de inmediato. Le practicó las maniobras de reanimación cardiopulmonar sobre su mesa de trabajo y logró recuperar sus constantes vitales.

Pasadas unas horas, el conserje, que también es voluntario de Protección Civil de Son Servera, asegura que le duelen "todos los huesos" por la tensión y los nervios del momento. "El bebé podía haber muerto. La gran suerte es que lo pude reanimar a tiempo", reconoce Santiago, de 60 años. "Cuesta superar una cosa así, pero, bueno, estoy contento por el trabajo bien hecho", añade, todavía impactado por los hechos vividos.

Evaristo Santiago recuerda la escalofriante escena de la progenitora con su pequeña en brazos pidiendo ayuda. "La madre empezó a chillar, bajó por la escalera con un bebé pequeño, de un añito, en brazos. Estaba inconsciente con los ojos abiertos. Yo lo cogí corriendo, le hice unas maniobras por si tuviera algo que le obstruyera la garganta. Lo puse boca abajo y le di unos golpes en la espalda. Al ver que no reaccionaba, lo puse encima de mi mesa de trabajo. No respiraba, le hice las maniobras de reanimación cardiopulmonar unos dos o tres minutos hasta que el bebé empezó a reaccionar un poco. Luego, le eché unas gotitas de agua fresca para conseguir estimularlo. Al final, logré reanimarlo hasta que vinieron los servicios de emergencias", apunta el trabajador del hotel de la zona de Cala Bona.

"Se ve que le habían estado dando de comer. Luego me enteré, según el médico del hospital, que le habían encontrado restos de comida en el esófago. Lo que parece es que le dieron de comer y el bebé se atragantó y se desvaneció. A los pocos minutos de no poder respirar, el bebé podía haber muerto", subraya Santiago. La pequeña al final fue trasladada al hospital de Manacor, donde ingresó estabilizada.

"Nunca me había pasado esto. He atendido muchas emergencias, muchos accidentes, pero la verdad es que asistir a un bebé desvanecido nunca me había ocurrido. Estoy preparado hasta cierto punto. Cuesta superarlo, pero estoy satisfecho", admite el conserje de noche.

"En el momento de los hechos sentí nervios y pensé que solamente estaba yo. Había gente, pero nadie sabía lo que hacer. Pensé que yo era el único que estaba un poco formado y que tenía que sacar todo lo que sabía, todo lo que había estudiado durante tantos años. Me puse manos a la obra e hice todo lo que pude y salió bien, menos mal", detalla Evaristo Santiago. "Me centré en el bebé y en mi trabajo", agrega.

Satisfacción

"Ahora, me duelen todos los huesos de los nervios. Estoy satisfecho. Los cursos que he hecho con Protección Civil estos últimos años me han servido para algo importante", explica.

"Al principio, cuando ocurrieron los hechos, nadie se enteró, pero esta mañana todo el mundo bajaba a felicitarme a darme la enhorabuena. Mis jefes también me han reconocido mi labor. El personal del hotel, también. Todos están muy contentos", comenta el conserje tras su providencial intervención.

"Los servicios de emergencias me preguntaron quién había atendido al bebé. Les dije que yo y les expliqué lo que había hecho, que es mi obligación. Al ver que estaba estabilizado, se lo llevaron a un centro hospitalario", indica el conserje.

"El médico de las ambulancias vino a verme y me felicitó por el trabajo bien hecho", concluye el empleado. Evaristo Santiago aún está impresionado por la situación que le tocó vivir. Logró salvar a un bebé.