Un acto ha reunido en Palma a las principales autoridades de Balears. Varios cargos públicos charlan animadamente en corrillo cuando un grito hiela el ambiente. "¡Arma, arma"!, clama un policía. Acaba de ver cómo una persona empuña una pistola y apunta a una de las autoridades. El agente corre y se pone ante el objetivo mientras se lo lleva para protegerlo mientras otros dos policías salen armados de entre la muchedumbre. En apenas un segundo, descerrajan varios tiros al agresor y lo abaten.

La escena es hipotética, pero el riesgo es real. Dieciséis agentes de la Policía Nacional reciben durante esta semana un curso teórico y práctico de protección de personalidades. Uno de los tres instructores de esta especialidad que hay en España ha viajado a Palma para formar a los funcionarios durante 30 horas. "El tiempo de reacción es de 98 centésimas", explica Pedro Díaz, instructor de la Jefatura de Palma.

Y es cierto que todo transcurre muy deprisa. En uno de los ejercicios practicados hoy con fuego real, un escolta vigila a su protegido, un metro por detrás de él. De pronto, aparece en escena la figura de un hombre encañonándoles con una pistola. En décimas de segundo, el policía se pone delante, saca su arma y dispara dos veces mientras empuja hacia atrás al supuesto cargo público. El atacante acaba con dos orificios en el pecho.

En Balears son tres los agentes de la Policía Nacional que actualmente desempeñan labores de escolta y 60 los que están capacitados para hacerlo. La presidenta del Govern son las principales autoridades a proteger. "Son los cargos públicos quienes deciden si quieren escolta, y algunos partidos políticos son más proclieves a hacerlo", explica un veterano policía de esta especialidad. "En verano trabajamos también con Casa Real y autoridades extranjeras", señala.

Durante el curso realizado esta semana los policías aprenden diversas técnicas y modos de intervención en diferentes situaciones de riesgo. "Trabajamos la protección unipersonal o por parejas. También las cápsulas de protección, que son seis agentes rodeando a la persona protegida. Es una escena muy típica de las películas americanas que aquí se aplica poco", comenta Pedro Díaz.

Los peligros acechan en cualquier parte y ningún entorno es plenamente seguro. Por ello, el curso incluye prácticas de tiro en diversos escenarios, como un coche, un restaurante o una recepción oficial. "El policía se juega la vida para proteger al resto de ciudadanos. Se nos paga para jugarnos la vida y cuanto más preparados estemos, mejor podemos hacerlo", sentencia Díaz.