Un hombre encontró ayer al amanecer a su mujer de 34 años y la hija de ambos, de 18 meses, ahorcadas en un establo de la finca de Llucmajor en la que convivían. La Guardia Civil está convencida de que ella asesinó a la pequeña y luego se suicidó, y ha descartado ya la intervención del padre o de otras personas en el crimen. La pareja atravesaba una profunda crisis, querían separarse y ella había anunciado su intención de regresar a Canarias, su tierra natal, con la niña. El martes, tras una discusión, él se marchó durante unas horas y al regresar por la noche descubrió que su mujer, Raquel M.L., y su hija Alicia no estaban en casa. Llegó a contactar con la Policía Local de Llucmajor y con varios familiares para tratar de dar con ellas. Pero nadie sabía nada. Con las primeras luces del día, el hombre, de 30 años, descubrió que el carrito del bebé estaba a las puertas de un establo, a unos cien metros de la vivienda, y al abrir la puerta las encontró ahorcadas. Según las primeras pesquisas, llevaban toda la noche muertas.

Todo ocurrió en una gran finca rústica de la zona de Son Granada de Baix, muy cerca de la urbanización Maioris. Fue el hombre, que descolgó el cuerpo de su hija para tratar de salvarla, quien alertó del hallazgo poco después de las siete y media de la mañana. Una ambulancia y patrullas de la Guardia Civil y la Policía Local de Llucmajor acudieron rápidamente el lugar. Los servicios sanitarios no pudieron más que confirmar las muertes de la mujer y el bebé.

Asesinato y suicidio

La Policía Judicial del instituto armado asumió la investigación del caso. Una comisión del juzgado de instrucción número 7 de Palma, en funciones de guardia, se desplazó a Son Granada. El magistrado y una médico forense examinaron la escena junto a los investigadores del instituto armado, que durante toda la mañana trabajaron en el lugar para recabar pruebas sobre lo ocurrido.

Pronto empezó a cobrar fuerza la hipótesis de que la mujer había asesinado a la niña ahorcándola y luego se había suicidado con el mismo método. El cadáver de Raquel M.L. no presentaba ninguna lesión defensiva ni había indicios de la participación de otras personas ni en su muerte ni en la de la menor. A la espera de los resultados de la autopsia, la forense apuntó que ambas habían fallecido bastantes horas antes del hallazgo.

Según la investigación de la Guardia Civil, el crimen sería el trágico final de la tensa relación que mantenía la pareja, de la que no consta ninguna denuncia por malos tratos. Estaban sumidos en una profunda crisis y algunas fuentes apuntaron a que ella tenían un carácter depresivo. Raquel M.L. y su marido habían mantenido frecuentes discusiones en las últimas semanas. El hombre consideraba que la situación era insalvable y había anunciado su intención de separarse. Ella, por su parte, aseguraba que regresaría a su tierra, Canarias, con la pequeña. La situación de la menor tras la ruptura habría sido fuente de serias discrepancias.

El martes por la tarde, tras una nueva discusión, el hombre se marchó de la vivienda. Trabaja como patrón de yate, aunque actualmente está desempleado, y tiene una embarcación con la que salió a navegar. Hacia las ocho y media de la tarde, cuando regresó a la finca de Llucmajor, descubrió que su mujer y su hija no estaban. Comprobó que sus ropas y sus maletas estaban todavía en la casa y descartó que se hubieran marchado a Canarias. Recorrió parte de la finca, ya de noche, sin encontrar nada. Extrañado por su ausencia, contactó con varios familiares y amigos para ver si tenían noticias de ellas e incluso llamó a la Policía Local, temiendo que hubieran sufrido algún accidente grave. Pero habían desaparecido sin dejar rastro y el hombre acabó yéndose a dormir. Ayer, con las primeras luces del día, divisó desde la casa el carrito de la niña a las puertas del establo de la finca, a un centenar de metros del edificio principal, y al acudir allí descubrió la tragedia.

Caso cerrado

Los cadáveres de la mujer y su hija fueron trasladados a mediodía al Instituto de Medicina Legal de Palma, donde está previsto que se practiquen las autopsias para confirmar la hipótesis de que la madre asesinó a la niña y luego se ahorcó. La necropsia servirá también para establecer cuándo se produjo el crimen, aunque los primeros indicios recabados por la forense apuntan a que se produjo el mismo martes por la noche.

A la espera de estas pruebas, los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil consideran que el caso está prácticamente cerrado. Los agentes tomarán declaración de manera formal en los próximos días al padre de la niña, que ayer se mostró completamente abatido, y a otros familiares y allegados para tratar de aclarar qué llevó a Raquel M.L. a acabar con la vida de su bebé antes de suicidarse, lo que se ha convertido en la principal incógnita del caso.

Por el momento, no hay constancia de que la mujer sufriera algún trastorno mental ni tomara medicación antidepresiva, según los testimonios recabados por los agentes de la Guardia Civil. La discusión que la pareja mantuvo el martes por la tarde, antes de que él se marchara de la vivienda, tampoco fue especialmente fuerte ni hubo agresiones, según las fuentes consultadas.

Algunos de los parientes más próximos a la pareja se reunieron en la finca de Son Granada a lo largo de la mañana, conforme iban siendo informados de lo ocurrido. Los servicios de emergencias pusieron a su disposición ayuda psicológica para afrontar el crimen, para el que ninguno de ellos parecía encontrar explicación.