Un conductor de una empresa de autobuses de Mallorca ha trabajado durante más de 30 años como chófer pese a ser tuerto. El hombre perdió un ojo cuando era todavía adolescente pero superó los reconocimientos médicos necesarias para obtener y renovar los permisos de conducir. La Guardia Civil ha imputado ahora al facultativo que le expidió los últimos certificados sin haberlo sometido a ninguna exploración ni prueba para comprobar si podía conducir y ha revocado todos los carnés del chófer.

La investigación, llevada a cabo por el subsector de Tráfico del instituto armado, comenzó cuando los agentes tuvieron conocimiento de que un conductor profesional no reunía las condiciones psicofísicas para ponerse al volante, ya que le faltaba un ojo.

Las primeras pesquisas parecían contradecir estas informaciones. Los guardias identificaron al hombre y examinaron su documentación, comprobando así que tenía más de 30 años de experiencia como conductor y disponía de todos los carnés necesarios sin ninguna restricción. Sin embargo, cuando los investigadores se entrevistaron con el hombre comprobaron que le faltaba un ojo y él mismo reconoció que lo había perdido cuando era adolescente.

La Guardia Civil investigó entonces cómo, a pesar de esta discapacidad, había superado las pruebas médicas para obtener y renovar los permisos. Los agentes comprobaron que las últimas revisiones se habían llevado a cabo en un mismo centro de reconocimiento de conductores de la isla, donde obtuvo el visto bueno del médico que lo dirige.

Los guardias han imputado ahora al facultativo, ya que todo apunta a que no llevó a cabo ni las exploraciones físicas ni las pruebas oftalmológicas e introdujo datos no contrastados en la tramitación telemática del certificado. Además, la Jefatura Provincial de Tráfico ha revocado todos los carnés del conductor tuerto tras ser informada de los hechos.