Las pesquisas de la Guardia Civil para identificar a la joven asesinada en Alcanada empiezan a dar sus frutos. Los investigadores, que en los últimos días han recorrido la zona con un retrato de la víctima, han descubierto que llegó al Port d´Alcúdia dos días antes del crimen. Un conductor de autobús la ha reconocido entre los pasajeros que el pasado martes realizaron el trayecto desde Alcúdia. Este testigo ha explicado a los investigadores que estuvo charlando con la mujer durante el recorrido y ha afirmado que era extranjera pero hablaba algo de español. Sin embargo, el hombre no ha podido aportar información sobre su identidad.

La Guardia Civil encontró en la playa de Alcanada, donde a primera hora de la mañana del jueves fue descubierto el cadáver de la víctima flotando a un metro de la orilla, una mochila. Los agentes están convencidos de que era de la joven. Allí aparecieron, entre otros efectos que están siendo analizados, un billete de autobús fechado el pasado martes para un trayecto entre Alcúdia y el Port d´Alcúdia. Los investigadores lograron localizar un conductor que confirmó que la joven viajó en su vehículo el martes.

La mujer, de unos 30 años, raza blanca y pelo moreno, era extranjera aunque hablaba un poco de español, según este testigo. Los agentes de la Guardia Civil continuaban ayer rastreando la zona norte de la isla en busca de alguien que pueda identificarla, mientras aguardan que alguien la eche en falta y denuncie su desaparición.

Entre los efectos que encontraron los agentes no había ningún documento personal. Los buzos del instituto armado estuvieron rastreando el fondo marino de la playa de Alcanada, ante la posibilidad de que el autor del crimen hubiera arrojado al agua su cartera o el pasaporte. El rastreo fue infructuoso. La Guardia Civil considera improbable que la joven fuera asesinada en otro sitio y trasladada después hasta la playa, ya que el lugar donde fue hallada es un paraje apartado al que solo se puede acceder a pie.

La autopsia confirmó que la mujer falleció asfixiada por una fuerte presión en el pecho y que además le taparon la boca y la nariz para impedir que respirara. El cadáver presentaba también numerosos golpes en la cara y el tórax, propinados al parecer con el puño, pero ninguno de ellos era mortal. Según parece, el autor del crimen la vistió después de matarla a lo largo de la madrugada del jueves y la arrojó al mar.

Los investigadores no albergan esperanzas de encontrar testigos del crimen, por lo que se han volcado en aclarar quién era la víctima para, una vez identificada, investigar sus últimos movimientos y las personas con las que trataba.