"Ana y yo empezamos meses antes una relación de novios. Yo con ella fumaba heroína. A ella le gustaba, era como Cola Cao. Fumábamos juntos en varias ocasiones. Yo he salido con muchas chicas dos o tres semanas, cuando estaba en el Centro de Inserción Social (CIS). Luego, las cosas no han ido bien y lo hemos dejado. No entiendo que ahora digan que yo maté a Ana Niculai a sangre fría. Eso es mentira". Alejandro de Abarca Barnet, el acusado de secuestrar y asesinar a Niculai, la joven de 25 años, en el verano de 2010, negó ayer de forma inesperada ser el autor del crimen. El sospechoso, un delincuente reincidente con múltiples antecedentes a sus espaldas, se desdijo de sus anteriores declaraciones ante la Guardia Civil y el juez, en las que confesó haber matado a Niculai, y alegó que el fallecimiento se produjo por una explosión accidental en el coche en el que ambos se hallaban la tarde del 19 de julio de 2010 en Muro.

El imputado, conocido como ´El Enano´, de apenas un metro y medio de altura, ofreció una rocambolesca versión ante el jurado popular que desde ayer juzga el caso en la Audiencia de Palma. El hombre, un preso de tercer grado que se hallaba de permiso y que no regresó al CIS, solo contestó a las preguntas de su abogado defensor. Y lo hizo con la voz entrecortada, titubeando y en ocasiones hasta trabándose. Su incoherente explicación dejó atónito a todo el público de la sala. Los familiares de la víctima, a escasa distancia del supuesto asesino cuando declaraba en el estrado, escucharon con impotencia e indignación sus palabras. Algunos no pudieron reprimir las lágrimas.

Momentos antes, ´El Enano´ había prestado atención desa-fiante e impasible, con la cabeza en alto, a la batería de preguntas del letrado de la acusación particular Antoni Monserrat, que le planteó por qué había esperado diez horas en quemar el coche con la joven dentro y también le interrogó sobre las 125 llamadas que recibió la víctima en su teléfono el día del crimen. Abarca ni se inmutó. Como tampoco lo hizo ante el fiscal jefe de Balears, Tomeu Barceló, ni ante el otro abogado de la acusación, Enric Patiño.

La fiscalía reclama para él una condena de 31 años y medio de prisión por un rosario de delitos: asesinato, detención ilegal, robo con violencia, conducción sin permiso e incendio. Las acusaciones particulares solicitan 47 y 50 años de cárcel, respectivamente, mientras que la defensa propone una pena total de ocho años.

Un estallido accidental

El imputado, de 35 años de edad, dijo que la tarde del 19 de julio de 2010 Ana Niculai y él decidieron acudir al camino de s´Amarador, en Muro, para refrescarse y drogarse. "Mi hermano no quiere que haga esas cosas en su casa. Me puse en la parte delantera del coche, donde el copiloto, a hacer la base de la droga. De repente, pegó eso un estallido. El cazo que tenía no se dónde se fue. Hubo una llamarada que yo mismo me quedé flipado. Luego, me quedé sentado en la parte de afuera flipando por lo que había pasado, por la explosión. Fueron tres, cinco o diez minutos, no sé, hasta que me fui a mi casa", indicó Abarca. "Ana estaba en el asiento de atrás. Habíamos estado fumando heroína. Ella se puso a descansar. La explosión fue tan grande que el coche en un momento quedó en llamas. Yo no sé si del impacto ella se fue hacia la parte de atrás, hacia el maletero. Llevo años dándole vueltas y vueltas", añadió dubitativo el hombre.

"Ella podía haber pedido auxilio a los vecinos y podían haber echado agua al coche para apagar el fuego, pero como ella estaba tan mal", prosiguió el acusado, quien explicó que él se fue de allí no sabe si en bicicleta o caminando.

"Al día siguiente, me enteré por las noticias de que Ana estaba dentro y que había muerto. Se me fue el mundo abajo. Ni a mi peor enemigo le deseo eso. Luego, estuve en Son Banya consumiendo heroína y fumando porros. Llevaba 18 o 20.000 euros. No me creía lo que había pasado. Creía que estaba en una nube. Pensaba que no era cierto todo lo que había ocurrido", detalló ´El Enano´.

El supuesto asesino, vestido con una sudadera gris con capucha, vaqueros, deportivas oscuras y con la cabeza completamente afeitada, argumentó que fue "su novia" quien le prestó el coche, un Audi A4, la mañana del fatídico 19 de julio de 2010. "Necesitaba que ella me hiciera un favor. Le dije que ese lunes por la mañana tenía que hacer unos recados y que dependía de ella. Ana me dijo que sí que me dejaba el coche, pero tenía que ser muy temprano", alegó Abarca, rechazando haber secuestrado, amordazado y maniatado a la muchacha dentro del maletero del vehículo tras toparse con ella en el aparcamiento de la calle Jerónimo Pou, de Palma, a las siete de la mañana, como mantienen el fiscal y las acusaciones. "Ella estuvo en un bar de Can Picafort y también en mi casa, en Muro. Mientras, yo iba haciendo las cosas. Estuve en Manacor y en distintos pueblos. También en Son Banya", agregó el hombre.

´Iba muy drogado´

´El Enano´ manifestó ante el tribunal popular que iba muy drogado. Según su versión, estuvo consumiendo estupefacientes desde tres días antes, desde el viernes, cuando salió del CIS de Palma con un permiso penitenciario de fin de semana.

"Nos hacían controles en el centro de inserción. Ese fin de semana, a mí me habrían castigado. Tomaba de todo: cocaína, heroína y cannabis. Pero otro interno, que estaba ´limpio´, nos cambiaba la orina", se excusó el presunto asesino.

"Ana Niculai nunca había visto en la vida una jeringuilla. Yo con ella no utilizaba jeringuilla por miedo. Es normal, es una cosa muy fuerte. Los dos fumábamos juntos heroína en varias ocasiones. A ella le gustaba", apuntó con gran frialdad el hombre, ante la sorpresa de los familiares de la víctima, que no podían creer lo que estaba diciendo el sospechoso en la sala, pese a que las partes ya habían advertido antes de que podía mentir o negarse a declarar.

Abarca reconoció que el día de los hechos había acudido a Son Banya en varias ocasiones. "La primera vez compré varias cantidades de droga. Mientras, Ana daba caladas a la heroína", añadió.

En un bar del centro de Palma

El delincuente reincidente, que cuenta con diez condenas firmes, la mayoría por robos violentos, desde 2001, también admitió que la joven y él fueron a un bar del centro de la ciudad ese día. "Estuvimos en varios sitios, en un bar de la Porta de Sant Antoni y en un taller en Lloret", confirmó. Minutos después, aclaró que, tras comprar la droga en el poblado, ambos acudieron a tomar una cerveza. "Ella también entró en el bar. Pero, cuando cambié la rueda pinchada en Lloret, no recuerdo si Ana estaba en mi casa o si se quedó en otro bar en un pueblecito. Me quedé traspuesto tras el accidente", aseguró.

"El lunes 19 por la tarde, como llevaba desde el viernes consumiendo, me fui durmiendo en el coche de tan drogado que iba. Ana iba tumbada en la parte de atrás. Hasta que tuve un accidente y me desperté. La rueda estaba pinchada. Tuvimos que ir a un mecánico. Yo no podía cambiar la rueda en las condiciones en las que estaba. No veía, no veía ni los tornillos. Estuvimos consumiendo durante toda la mañana", recalcó una y otra vez el hombre.

"Al mediodía, había comprado gasolina para el alternador de casa de mi hermano, para el grupo electrógeno, para que Ana pudiera tener luz", justificó Abarca, descartando así que el combustible fuera para pegar fuego al coche con la joven encerrada en el interior del maletero.