Una inspección rutinaria de la Policía Nacional en un establecimiento de compraventa de oro de Palma desveló un sorprendente hallazgo. En el interior se hallaban apilados 21 cuadros realizados aparentemente por artistas de renombre internacional, incluidos Picasso y Miró. El dueño y un encargado fueron imputados por un presunto delito de falsificación de obras de arte.

Las piezas fueron encontradas de manera fortuita en un establecimiento de compraventa de oro de la calle Blanquerna de Palma. Entre los artistas cuyas supuestas obras fueron halladas en el local estaban Miró, Picasso, Raoul Dufy, Nicolas de Stael, Jean Dubuffet o Giorgio Morandi.

El modo en el que estaban almacenados los cuadros, sin medida de protección alguna, despertó fundadas sospechas de que se podría tratar de falsificaciones. Máxime cuando de haberlas puestas en circulación y haberlas vendido podrían haber alcanzado a buen seguro sumas millonarias.

Excelente calidad

A continuación iniciaron la denominada ´Operación Rusia´. Los agentes del Grupo de Robos del Cuerpo Nacional de Policía de la Jefatura Superior de Balears se pusieron en contacto con los expertos de la Brigada de Patrimonio Histórico de la Comisaría General de Policía Judicial.

Los policías de Mallorca se centraron en la obra de Miró. Para ello se pusieron en contacto con la Fundación Miró de Palma, que les confirmó que las piezas halladas se trataban de falsificaciones, aunque de excelente calidad. Mientras, los investigadores de la Brigada de Patrimonio Histórico se pusieron en contacto con expertos de París para que les acreditaran la autoría de los otros cuadros intervenidos. En su mayoría correspondían a reputados artistas franceses.

Con la finalidad de determinar la procedencia de las supuestas obras de arte intervenidas, los investigadores del Grupo de Robos tomaron declaración por separado al propietario del establecimiento de compraventa de oro de Blanquerna, Igor M., moldavo de 39 años, y al encargado, Kostiantyn R. ucraniano de 51 años.

Cada uno aportó una versión completamente distinta sobre cómo adquirieron los cuadros. Así, uno de ellos aseguró a los policías que se los había comprado a "un señor muy importante" de Yugoslavia. En cambio, el otro se limitó a decir que los tenía almacenados en el establecimiento sin medida de seguridad alguna para "hacerle un favor a un amigo".

Las posteriores pesquisas policiales desvelaron que podrían estar planeando vender estas obras en casas de arte. En el interior del establecimiento, los policías hallaron un contrato que echaba por tierra su particular versión ante la Policía. Kostiantyn se llevaba el 10% de comisión si Igor conseguía vender alguna de las 21 piezas intervenidas.