Rainer Völker, el empresario alemán que murió asfixiado el pasado viernes tras el violento atraco a su domicilio de sa Coma, había cerrado la venta de su restaurante el día anterior. Su mujer, todavía hospitalizada por la paliza que le dieron los asaltantes, afirmó que la operación rondaba los 150.000 euros, cantidad que el hombre ingresó el mismo jueves en una cuenta bancaria a nombre de su hijo en Alemania. Una cifra muy inferior a los 350.000 euros que Völker pedía inicialmente por el traspaso del establecimiento y a los 300.000 por los que el empresario dijo haberlo vendido a su círculo de amistades en Cala Millor. La Guardia Civil cree que pudo cobrar una parte importante del negocio en dinero opaco y centra sus pesquisas en cómo se llevó a cabo la operación inmobiliaria, un aspecto que los investigadores consideran clave para resolver el caso.

A sus 65 años, Völker había decidido jubilarse y disfrutar del retiro en Mallorca junto a su mujer, Irene K. Tras casi dos décadas al frente del restaurante Ca´n Faro de Cala Millor, el hombre decidió hace medio año ponerlo a la venta. Contactó con una agencia inmobiliaria de su país que en mayo pasado colgó en Internet un anuncio del inmueble con un precio de venta inicial de 350.000 euros. En la publicación se anunciaba que el dueño del local, quería deshacerse de él "por razones de edad" y especificaba que se podía traspasar "inmediatamente". El restaurante, de 150 metros cuadrados, dispone de 50 plazas en el interior y otras 15 en la terraza, así como de una cocina "totalmente equipada" y un pequeño bar.

No tardaron en aparecer compradores interesados en el negocio, que finalmente adquirió una joven de origen ruso. Sin embargo, las negociaciones se llevaron a cabo al margen de la agencia inmobiliaria y fue un acuerdo entre particulares sin intermediarios. Según fuentes conocedoras de la operación, el trato se cerró definitivamente el pasado jueves 29 de agosto, un día antes del violento asalto al domicilio de la calle Ficus de sa Coma, al que Völker y su mujer acababan de mudarse.

La principal hipótesis que maneja la Guardia Civil apunta a que el atraco que costó la vida al empresario está íntimamente relacionado con el dinero que había cobrado por la venta del negocio. Los agentes encargados del caso centran sus pesquisas en la operación de compraventa del restaurante, pero el hecho de que fuera el propio Völker quien llevara a cabo todos los trámites dificulta las gestiones.

Uno de los puntos oscuros del caso es el precio real de la venta, ya que las cifras que manejan los investigadores no cuadran. Varios testigos han explicado que el propio empresario anunció a sus allegados que había obtenido 300.000 euros. Sin embargo, su mujer afirmó cuando fue interrogada en el hospital que la operación se había cerrado por entre 140.000 y 160.000 euros, una cifra que los agentes consideran muy baja para un establecimiento como Ca´n Faro y que sería menos de la mitad de lo que el hombre pedía en principio.

La Guardia Civil ha comprobado que Völker ingresó 150.000 euros en el banco el pasado jueves, dinero que procedería de la venta del restaurante y que acabó en una cuenta a nombre de su hijo, en Alemania. Los investigadores creen que esta cantidad era solo la parte legal de la operación, la que figuraría en los registros oficiales, y que el hombre cobró al menos otros 150.000 euros en negro.

Según esta hipótesis, los dos asaltantes que el viernes hacia las siete de la mañana irrumpieron en el domicilio de la víctima tenían conocimiento de los detalles de la operación y creían que el empresario tendría guardada en su domicilio al menos la parte del traspaso que cobró en dinero opaco. Su insistencia, las torturas a las que sometieron a la pareja, el hecho de que revolvieran toda la vivienda y desmontaran incluso las rejillas del aire acondicionado y los cuadros de la luz, y que despreciaran las joyas de oro y los 1.000 e uros en metálico que sí encontraron, avalan esta hipótesis. Los atracadores golpearon, maniataron y amordazaron a la pareja y el hombre acabó muriendo asfixiado por la toallas que le colocaron en la boca.