­Probablemente planificaron el crimen durante días, a imagen y semejanza de los videojuegos a los que dedicaban tantas horas. Pero Andreu Coll Tur, de 18 años, el hijo de la víctima, y su amigo Francisco Abas, de 20, descubrieron que la vida real es un poco diferente, y está sujeta a situaciones imposibles de controlar. Estos son los principales errores que cometieron los presuntos asesinos del empresario de Alaró Andreu Coll Bennàsar, y que han permitido a los investigadores de la Policía Judicial de la Guardia Civil esclarecer el caso.

01Se acobardaron tras el primer intento de matar a Andreu Coll

Al inicio de la investigación, tras el hallazgo del cadáver de Andreu Coll en su coche, en un paraje cercano a Bunyola el pasado 30 de junio, hubo un detalle que llamó mucho la atención de los investigadores. La víctima llevaba el día anterior una brecha en la cabeza, que comentó que se había hecho al golpearse contra la mesita mientras dormía y tenía una pesadilla en la que le mataban a palos. ¿Una pesadilla premonitoria? La explicación resultó más sencilla. Los dos jóvenes confesaron tras ser detenidos que la noche anterior ya habían intentado matarle de un golpe con un palo tras dormirle con somníferos, pero se acobardaron cuando la víctima se despertó y le convencieron de que había tenido una pesadilla. Sin embargo, él no llegó a creerlo del todo y contó sus sospechas a un familiar.

02Una primera declaración estudiada, que les traicionó

Tras el hallazgo del cadáver del hombre, los dos jóvenes representaron su papel con aparente desconsuelo. Ellos estaban viviendo en la casa del fallecido, y dijeron que esa noche se habían ido a dormir sobre las doce y media y no habían oído nada extraño, de manera que su padre debía de haber sido atacado antes de llegar a su domicilio. Esta declaración tan estudiada acabaría volviéndose contra ellos.

03Diversos testigos les vieron aquella madrugada

Tras cometer el crimen, lavaron el cadáver y le cambiaron la camiseta, en un pueril intento de borrar huellas. Según su propia confesión, le metieron en su todoterreno y, con su hijo al volante mientras el amigo le seguía en el Audi TT, le llevaron hasta Bunyola. Posteriormente recogieron las armas homicidas y otros objetos incriminatorios y los fueron tirando en contenedores de distintas localidades. A su regreso, sobre las tres de la madrugada, se cruzaron con testigos que recordaban el vistoso deportivo y reconocieron a los dos jóvenes que iban en su interior. Otro vecino de Alaró oyó los gritos de Andreu Coll Bennàsar, aunque esa noche no les dio importancia porque creyó que provenían de otra casa de la zona donde hacían una fiesta. Los asistentes a esta fiesta vieron también que la casa del crimen se iluminaba totalmente sobre la una de la madrugada.

04Limpiaron, pero dejaron trazas de sangre por toda la casa

Tras deshacerse del cadáver y de las armas, los dos jóvenes presuntamente emprendieron una frenética limpieza de la casa. Había un enorme rastro de sangre que iba desde la habitación del hijo, donde la víctima había recibido los primeros golpes con un palo con clavos en la punta y un martillo, y seguía por la escalera hasta el salón, en la planta baja, donde fue rematado a golpes con un jarrón y un bafle. Las salpicaduras habían llegado a las paredes. Los asesinos frotaron hasta las diez de la mañana con lejía y un cepillo con púas de acero,y creyeron que habían borrado todos los vestigios. Pero los expertos del Laboratorio de Criminalística de la Guardia Civil disponen de sofisticadas técnicas que permiten localizar las manchas de sangre lavadas. Ante ellos apareció como evidente todo el recorrido de crimen.

05Se quedaron 10.000 euros que la víctima tenía en un maletín

Tras matar al empresario, los jóvenes se quedaron con 10.000 euros en metálico que encontraron en un maletín. Le quitaron al fallecido también un reloj Rolex y un anillo con un diamante, que tiraron para que pareciera que había sido objeto de un robo. Pero el dinero se lo quedaron. Durante el registro que la Guardia Civil hizo en la casa de la madre de Andreu Coll Tur, en Santa Ponça, donde los jóvenes se habían instalado tras el crimen, los agentes encontraron el dinero sustraído.

06Se traicionaron por teléfono: “Tu tía sospecha algo”

Los jóvenes estuvieron en el foco de la Guardia Civil desde los primeros días, por lo que los investigadores solicitaron al juez que se le intervinieran sus teléfonos. Sin embargo, la Guardia Civil tenía pocas esperanzas en que de aquí surgiera alguna evidencia decisiva. Los chicos vivían en la misma casa y estaban prácticamente juntos todo el día, podían comentar todo lo que quisieran sin riesgo a delatarse. Pero los hábitos provocados por las nuevas tecnologías fueron más fuertes. Bastó que se separaran un rato durante la semana pasada para que Francisco Abas le enviara un mensaje claramente incriminatorio. Le comentaba que estaba preocupado: “Tu tía sospecha algo”. Andreu Tur le contestaba tranquilizándole: “Mi tía no sabe nada”. Era una evidencia más, de un largo rosario de pasos en falso, que condujo a su detención el pasado miércoles.

No han sido las únicas pruebas con las que cuenta la Guardia Civil, pendiente aún de los resultados de los análisis de laboratorio de los restos biológicos hallados en el coche. Tras su detención, los dos jóvenes confesaron el crimen.