Un británico de 46 años la lió en el vuelo de regreso de Palma a su país en junio del año pasado. El hombre iba borracho y durante el trayecto se levantó y comenzó a repartir billetes de 20 libras y 50 euros al resto de pasajeros. El piloto alertó a la Policía, que detuvo al alborotador cuando el aparato aterrizó en la ciudad de Blackpool. Los agentes descubrieron que, además del dinero que había regalado, llevaba encima 5.000 euros. Cuando le preguntaron por el origen de este dineral, el sospechoso, sin mediar palabra, sacó la tarjeta SIM de su teléfono móvil -en la que se almacenan contactos y mensajes-, se la llevó a la boca y la mascó para dejarla inservible. Este extraño comportamiento puso en alerta a los investigadores. El hombre fue condenado meses después a pagar una multa por estar ebrio en el avión, pero las pesquisas continuaron. Los policías británicos descubrieron que en los últimos dos años había viajado más de 50 veces a España y Holanda y rastrearon sus cuentas bancarias, por las que han pasado más de 70.000 euros pese a que el hombre no tiene trabajo conocido. Los investigadores están convencidos de que se dedica al narcotráfico y un juzgado ha abierto ya una causa contra él. Todo por una mala borrachera y un alarde de generosidad.

Una clienta honesta

Una joven cogió el pasado fin de semana un taxi tras una noche de fiesta para que la llevara a su casa, en Palma. Cuando llegó a su destino le dijo al conductor que esperase, que no llevaba dinero encima pero que subía un momento a su domicilio y regresaba para pagarle. Sin embargo, en cuanto entró por la puerta quedó sumida en un profundo sueño del que tardó varias horas en despertar. La chica telefoneó unos días después a la central de una empresa de taxis para explicar lo ocurrido. Según contó, alguien le había echado una droga en la bebida, por lo que se quedó prácticamente inconsciente. La chica quería saldar la deuda, pero la cuestión es que ningún taxista había informado que tuviera pagos pendientes.

Delincuentes muy precoces

La Policía Local de Palma recibió el pasado lunes el aviso de que se había cometido un hurto en un establecimiento de s´Arenal. Resulta que un matrimonio y sus dos hijos, el mayor de ellos de solo ocho años, habían sustraído varios efectos del comercio. Mientras los adultos distraían a los encargados, los niños habían cogido la mercancía. Según comprobaron los agentes, se trata de una familia muy necesitada que está instalada en una tienda de campaña en la zona. El caso ha sido ya puesto en manos de los servicios sociales.

Precariedad benemérita

Casi ningún organismo público se escapa de los recortes. Y la Guardia Civil no es una excepción. Ya hemos comentado en esta sección que agentes de varios grupos se ven obligados a realizar turnos de vigilancia en las puertas de la Comandancia, dejando así de lado su cometido principal. Esta semana, los dos jóvenes acusados del crimen de Alaró, que fueron detenidos en Palma, acabaron siendo trasladados a los cuarteles de Inca y Palmanova respectivamente porque los calabozos de Manuel Azaña no estaban en condiciones, según le dijeron a uno de los letrados. Además, un investigador tuvo que acudir al registro que se practicó en el domicilio de la víctima en Alaró con su coche particular porque no había ninguno del cuerpo disponible.