La tarde del martes se convirtió en un auténtico suplicio para una joven en la habitación 223 de un hotel de Can Pastilla. El que creía su mejor amigo en el trabajo se abalanzó sobre ella. Le puso un pañuelo con el que le tapó la boca y la nariz impregnado en una sustancia que la dejó inconsciente. Antes de perder el sentido, forcejeó con él mientras caían al suelo y le clavó las uñas para intentar zafarse del ataque. El agresor le mordió en la mandíbula, en un hombro y en un dedo.

Los chillidos de la mujer llamaron la atención del huésped de la habitación contigua, la 222. Puso los hechos en conocimiento del recepcionista del hotel. Cuando éste abrió con la llave maestra, se encontró al agresor y a la víctima tendidos inconscientes en el suelo.

"Pensé que me iba a matar, me quería asfixiar", relata la víctima sin dar crédito todavía a lo que le había sucedido. Su compañero de trabajo cambió por completo su comportamiento. La imagen que mostraba Adolfo E.C., de 44 años, durante su jornada laboral en Son Sant Joan era diametralmente opuesta a la violenta que presentó en la habitación del hotel.

"Le consideraba un hombre tranquilo, respetuoso y educado. Nunca se mostró así", subraya la víctima, que prefiere preservar su identidad. El pasado martes le aseguró que había muerto su hermano y le confesó su supuesta intención de acabar con su vida. "Me decía que estaba cansado de todo y le intenté convencer para que no lo hiciera", explica la joven aún no recuperada del susto.

Con un argumento peregrino de darle "una sorpresa" la convenció para que le acompañara la tarde del martes a un hotel de Can Pastilla. "Me dijo que serían solo diez minutos. Éramos amigos, compañeros de trabajo, pero no pareja ni habíamos mantenido nunca relaciones", recalca la joven.

Adolfo le convenció para que no se girase mientras preparaba la supuesta "sorpresa" en la habitación. Antes de que pudiera reaccionar, la cogió por la espalda y le tapó la nariz y la boca con un pañuelo impregnado en una sustancia anestésica. Después del forcejeo, se desvaneció.

Transcurridos unos diez minutos, la joven se despertó en estado de shock con una corbata en el cuello. Él estaba tendido aún en el suelo con cortes en las muñecas. Un amplio repertorio de juguetes eróticos estaba desplegado por todos los rincones de la habitación y decenas de frascos con fármacos. "Nunca tuve sexo con él y tampoco había habido consentimiento ese día", insiste.

Agentes de la Policía Local de Palma se personaron poco después en la habitación del hotel de Can Pastilla. El presunto agresor aportó una serie de argumentaciones confusas del ataque a la mujer y le detuvieron.

La juez de guardia, por su parte, le mandó al módulo de psiquiatría de la cárcel de Palma acusado de detención ilegal y lesiones. Durante su declaración, el agresor admitió que la maniató y la sedó y que se intentó suicidar. La magistrada dictó una orden de protección a la joven que sufrió el violento ataque.