Las joyas son uno de los efectos más codiciados por los ladrones de domicilios, ya que tienen buena salida en el mercado negro y los traficantes de droga suelen aceptarlas como medio de pago. "Si entran en estos círculos son difíciles de recuperar, porque habitualmente las funden enseguida", explica el jefe del grupo de Robos, Manuel Acerete. Las tiendas de segunda mano y de compraventa de oro suelen ser también un destino habitual de las alhajas sustraídas. El ministerio del Interior puso en marcha hace un año el llamado Plan Oro con el objetivo de detectar las transacciones sospechosas. "En Palma hemos pasado en poco tiempo de tener siete establecimientos de segunda a mano a los 95 actuales. Esto supone una carga de trabajo importante para controlarlos, por lo que tenemos dos agentes que suelen dedicarse a ello en exclusiva", explica . Este plan obliga a los responsables de estos comercios a notificar todas las compras de joyas y a retenerlas durante 15 días para que los agentes puedan comprobar si proceden de algún robo.