­El fiscal rebajó ayer de doce a tres años y medio la petición de pena para un acusado de presunta agresión sexual. A cambio de que reconociera los hechos, se calificó como abuso sexual. El ministerio público también solicitó el alejamiento de la víctima por un periodo no inferior a 10 años.

En su escrito de acusación inicial, el fiscal pedía para el acusado dos años por un delito de allanamiento de morada, otros dos años por un delito de amenazas, otros dos años por detención ilegal, cuatro años por tentativa de agresión sexual y dos años de prisión por descubrimiento de secretos.

Finalmente, el procesado, asistido por el letrado Gaspar Oliver, alcanzó un acuerdo de conformidad con el ministerio público para que rebajara su petición de condena a la cuarta parte. Un total de seis meses por allanamiento de morada, un año por las amenazas, un año por abusos sexuales y otro año por revelación de secretos.

Los hechos por los que ayer fue juzgado el procesado en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Palma ocurrieron sobre las 23.00 horas del 11 de octubre de 2011. El acusado se presentó sorpresivamente en el domicilio de su expareja sentimental en Can Picafort, en el término municipal de Santa Margalida. Un mes antes la relación entre ambos había finalizado.

Al encontrar la puerta abierta, se introdujo en la vivienda. Una vez en el interior se percató de que la que había sido su novia estaba manteniendo relaciones sexuales con otro hombre.

Según recoge el fiscal en su escrito de acusación, el procesado cogió dos cuchillos de grandes dimensiones, uno en cada mano, para tratar de amedrentarlos. "Te voy a matar, me da igual ir a la cárcel", espetó.

El amante de la que había sido su pareja consiguió huir de la habitación y se escondió en el garaje, situado en una estancia contigua. La exnovia, por su parte, se encerró con llave en el cuarto de baño de la casa.

Acto seguido, el atacante conminó a su exnovia a que saliera del baño. Como señal amenazante, clavó un cuchillo en la puerta de los aseos y le dijo que saliera. Aprovechó entonces para coger el teléfono móvil de ella y leyó en voz alta los mensajes que ella le había enviado a su amante y viceversa. Durante una media hora se prolongó esta situación.

El agresor dejó marchar al amante. Su expareja salió del baño sujetando en sus manos el cristal de una bombilla que había roto previamente con la intención de defenderse. Ella se los enseñó mientras él esgrimía un cuchillo de menor tamaño que los anteriores. Ambos dejaron sus armas.

El agresor hizo ademán de besarla. Al rechazarle, se despojó de los pantalones y se quedó desnudo de cintura para abajo. El atacante intentó penetrar a la que había sido su pareja. Ella se zafó tras propinarle un golpe con un plato.

Sobre las 0.45 horas, la mujer pudo escapar saltando por la terraza hasta la calle. Al toparse con un transeúnte, avisó a la Guardia Civil desde su teléfono móvil. Los agentes le detuvieron instantes después.