Uno de los tres hombres que resultaron heridos la semana pasada al explotar un chalé en Cala Llombards, en Santanyí, falleció en un hospital de Valencia. La víctima, Víctor Manuel Campoverde Campoverde, ecuatoriano de 59 años, no pudo recuperarse de las gravísimas quemaduras sufridas en el accidente. El otro trabajador afectado, un peruano de 28 años junto al que instalaba el sistema de calefacción en el inmueble, continuaba ayer ingresado en estado grave pero estable. El dueño de la vivienda, un suizo de 60 años, fue evacuado tras el siniestro a un centro de su país que no ofrece información sobre su estado por "protección del paciente". Según la investigación de la Guardia Civil la deflagración se produjo por una acumulación de gases.

Los hechos ocurrieron el pasado día 30 de julio en un chalé situado en el número 28 de la calle Sud, en Cala Llombards. Dos trabajadores y el dueño de la vivienda llevaban toda la mañana instalando el sistema de calefacción en el sótano. Tras colocar las tuberías, vaciaron sobre ellas una decena de botes de poliuretano, un producto muy inflamable que se utiliza como aislante en las canalizaciones.

Hacia la una menos cuarto de la tarde, una potente explosión originada en el sótano derrumbó buena parte del chalé. Los dos trabajadores y el dueño del inmueble, que estaba con ellos, resultaron heridos. Aunque pudieron salir a la calle por su propio pie, tuvieron que ser trasladados de urgencia al hospital por las gravísimas quemaduras que presentaban. Los dos trabajadores ingresaron en Son Espases, pero aquella misma tarde se decidió evacuarlos en una avión ambulancia al hospital La Fe de Valencia para ser tratados en su unidad de quemados.

Uno de los obreros, Víctor Manuel Campoverde Campoverde, de 59 años, nacionalidad ecuatoriana y residente en Campos, no pudo recuperarse de las gravísimas heridas que sufrió en la explosión y el pasado sábado falleció en el hospital valenciano. El otro trabajador herido, Jaime Martín D.G., peruano de 28, continuaba ayer ingresado en estado grave pero estable, según informaron fuentes de La Fe.

Mientras tanto, el propietario del chalé, un suizo de 60 años, fue trasladado el mismo día del siniestro a su país para ser atendido en un centro sanitario de Zúrich. Desde el hospital se negaron a dar información sobre su estado alegando motivos de "protección del paciente". El hombre pasaba largas temporadas en Mallorca desde que, hace ya unos 20 años, se jubiló.

La explosión provocó también importantes daños en la vivienda. El sótano en el que se produjo la deflagración se derrumbó por el fuerte estallido y la parte trasera de la vivienda saltó por los aires. Una cubierta de cristal y aluminio y una barandilla de obra quedaron destruidas, e incluso algunos balaustres acabaron entrando en una vivienda cercana a través de una ventana. Los bomberos examinaron la finca y detectaron que la estructura presentaba importantes daños estructurales, por lo que decidieron apuntalarla.

La Guardia Civil abrió una investigación para aclarar las causas del siniestro. Dos ´tedax´, especialistas en desactivación de explosivos, inspeccionaron el lugar en busca de pruebas sobre lo ocurrido. Tras las primeras pesquisas, los agentes llegaron a la conclusión de que la deflagración se produjo por una acumulación de gases en el sótano.

Los investigadores hallaron una decena de botes vacíos de poliuretano en espuma, un producto altamente inflamable con el que se recubren las tuberías para aislarlas. Al parecer, los aerosoles provocaron una gran concentración de gas que posiblemente estalló cuando los trabajadores pusieron en marcha un pequeño soplete que también apareció en el sótano.