Un exjugador del Atlético Baleares se sentó ayer en el banquillo de los acusados junto a otras ocho personas como presuntos integrantes de una banda de narcotraficantes. El futbolista, que milita actualmente en un equipo de la península, no quiso declarar durante la vista celebrada en la Audiencia Provincial de Palma y el único sospechoso que habló de él lo hizo para exculparlo.

Según la fiscalía, el deportista habría distribuido cocaína a pequeña escala e incluso aprovechó un desplazamiento del equipo a Menorca en enero de 2010 para transportar droga a un cliente. Solo uno de los acusados reconoció ante el tribunal haber vendido en Mallorca importantes cantidades de cocaína después de que su defensa y la fiscalía alcanzaran un acuerdo.

El cabecilla de la red, según el ministerio público, es Francisco G.G., un español de 37 años que ya fue condenado en 2001 por narcotráfico. El hombre negó durante su declaración haber surtido de grandes partidas cocaína al resto de sospechosos para que estos la vendieran al por menor entre finales de 2009 y mediados de 2010. Este acusado negó tajantemente haberse dedicado a la distribución de estupefacientes, aunque reconoció que era consumidor habitual, por lo que está en tratamiento para desintoxicarse.

La sala escuchó durante el juicio los pinchazos telefónicos del móvil de este sospechoso en los que se habla de ventas de coches o revelados de fotografías para, según la fiscalía, enmascarar operaciones de compraventa de droga. El acusado alegó que utilizaba este lenguaje críptico para tratar con las personas que le vendían cocaína, pero incidió en que esta era para su propio consumo. Sobre otra conversación, en la que un colombiano afincado en Madrid le reclamaba con veladas amenazas 9.000 euros, explicó que se los había prestado tiempo atrás. Francisco G.G., para quien la fiscalía pide nueve años de cárcel, desvinculó al exjugador del Atlético Baleares imputado en la causa: "Él no vendía droga ni le entregué un paquete con cocaína para que lo llevara a Menorca", concluyó.

Su declaración contradijo a la de José A.M., un venezolano de 46 años que reconoció que Francisco G.G. era la persona que le suministraba grandes partidas de cocaína que él vendía después al por menor. "Días antes de que me detuvieran, Francisco me entregó un kilo de cocaína, el que encontraron en mi casa", afirmó. Este acusado, que está en prisión preventiva y se enfrenta a una condena de tres años de cárcel, admitió que se dedicaba a la venta de estupefacientes desde 2008 y que, tras ser detenido y encarcelado durante medio año, retomó esta actividad, su única fuente de ingresos.

Consumo propio

Los otros siete procesados tenían, según el ministerio público, un papel menor en la supuesta organización de narcotraficantes. La mayoría de ellos se desvincularon en sus declaraciones de la venta de drogas y apuntaron que su relación con los cabecillas se limitaba a comprarles cocaína para consumo propio. El exjugador del Atlético Baleares, por su parte, se acogió a su derecho a no declarar. Lo mismo hizo la mujer junto a la que, según el ministerio público, el futbolista vendía cocaína a pequeña escala.

Está previsto que el juicio se reanude hoy con la declaración de los agentes de la Policía Nacional que investigaron las actividades de los sospechosos. El fiscal reclama en sus conclusiones provisionales penas que suman 53 años de cárcel para los ocho procesados por sendos delitos contra la salud pública.