Miguel, el pequeño de cinco años asesinado el jueves por su padre en Inca antes de que el hombre se suicidara, murió a primera hora de la mañana, poco después de desayunar y cuando estaba a medio vestir con el uniforme del colegio. La autopsia, practicada ayer en el Instituto Anatómico Forense, no encontró en los dos cadáveres ninguna lesión salvo la que les produjo la cuerda. El pequeño no tenía señales de defensa, por lo que no se descarta que su padre le hubiera suministrado algún fármaco para sedarle. De hecho, el hombre tenía ansiolíticos, ya que padecía un transtorno depresivo, aunque parece ser que últimamente estaba dejando la medicación. La Policía Judicial de la Guardia Civil considera el caso cerrado, y ayer ya envió al juzgado de Inca un primer informe.

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