Una mujer de origen nigeriano, que perdió la custodia de su hijo de cuatro años en enero de 2009, fue juzgada ayer en Palma por un presunto delito de malos tratos por pegar dos bofetones al niño en un autobús de la EMT. La acusada negó haber golpeado al pequeño en la cara y la cabeza y alegó que únicamente le reprendió porque le había desobedecido y le había roto su teléfono móvil. El incidente en el interior del autobús de la línea 7 entre madre e hijo fue presenciado por un pasajero, que alertó a la Policía. Los agentes se movilizaron de inmediato, interceptaron el vehículo y atendieron al menor. A partir de ese día, la madre perdió la custodia del niño. El Consell de Mallorca también intervino y se hizo cargo del caso. Según los técnicos, la víctima tenía hematomas de diferente evolución por todo el cuerpo, lo que hacía sospechar que había sufrido otras agresiones.

En la actualidad, un año después de los hechos, es el tío del menor el que se hace cargo del niño, si bien los contactos con la madre ya son más frecuentes. La fiscal rebajó ayer la petición de pena y solicitó para la mujer una condena de 40 días de trabajos en beneficio de la comunidad así como una orden de alejamiento de su hijo por un periodo de seis meses. El letrado de la acusación particular, en representación del Consell, se adhirió a la propuesta de la fiscalía.

Libre absolución

La abogada defensora, Vanesa Carrasco, reclamó la libre absolución de su clienta o alternativamente que se la indulte y que se suspenda la orden de alejamiento, ya que, según su versión, es lo peor que le puede ocurrir a la madre tras un año sin el niño. El juicio quedó visto para sentencia en el juzgado de lo penal número 6 de Palma.

Los hechos se remontan a enero de 2009, cuando la mujer subió al autobús de la línea 7 de la EMT en Palma con su hijo, de cuatro años. La acusada admitió ayer ante la sala que estaba molesta porque el niño le había roto el teléfono móvil mientras jugaba. La madre explicó que riñó al menor y entonces él empezó a llorar. Luego, le dijo que se sentara a su lado en el autobús y este la desobedeció hasta en tres ocasiones. Según su versión, le agarró y le reprendió, pero no le zarandeó ni le pegó dos tortazos. Poco después, llegó la Policía, lo que sorprendió a la sospechosa. La mujer dijo que entonces perdió la custodia de su hijo y negó haberle agredido en otras ocasiones anteriores en casa. Según su versión, es un niño muy juguetón y activo.

Por su parte, el pasajero que alertó de lo ocurrido declaró que la acusada chilló al niño, le dio dos guantazos y este al parecer se golpeó la cabeza contra el cristal del autobús. El joven testigo dijo que la madre se excedió y sentó de malas maneras en la silla al menor, que no paraba de llorar. Los llantos también fueron escuchados por otros pasajeros, la conductora del autobús y, más tarde, por los policías que intervinieron.

Otros testigos negaron que la mujer hubiera agredido a su hijo. Según su versión, ella estaba enfadada porque el niño le había tirado el móvil al suelo, pero no vieron que le diera un tortazo en la cara o la cabeza. "El niño estaba muy inquieto y lloraba. Luego subieron al autobús un montón de policías con la cara tapada. Me asusté. Pensé que habían puesto una bomba en el autobús. Cuando se llevaron a la chica, lo vi injusto", manifestó otra pasajera.