Amor en dos direcciones

La fisioterapeuta geriátrica Paloma Díaz emplea perros rescatados por una protectora de Pontevedra para dar terapias asistidas a mayores que viven en residencias

“Se dan cariño mutuamente”, afirma

Los mayores reciben compañía de canes abandonados.

Los mayores reciben compañía de canes abandonados. / FDV

Ágatha de Santos

“Fiti” se pasa las horas asomado a la puerta esperando que alguien venga a buscarle. El próximo día 24 será el que haga una visita. A los residentes de la Residencia de Mayores Sanitas de Vigo que, como él, también aguardan a alguien que les haga más llevadera la tarde del sábado. Este perro abandonado, que espera una segunda oportunidad en la protectora de la Asociación de Rescate Animal Ohana de Pontevedra, irá acompañado por Paloma Díaz Vila, fisioterapeuta especializada en geriatría, profesora asociada a Ciencias de la Salud de la Universidad de Vigo (UVigo) y voluntaria de esta protectora.

“Fiti” tiene 6 años y cuando fue encontrado estaba desnutrido y en muy mal estado, entre otras razones, por el largo encierro al que estuvo sometido. Según Paloma, es un animal extremadamente cariñoso que se adapta a todo y por eso es uno de los “fisioterapeutas” del programa de atención sociosanitaria “Segundas oportunidades”, por el que han pasado muchos otros canes, que, afortunadamente, ya han sido adoptados.

Nerón, Paloma y Dolores.

Nerón, Paloma y Dolores. / FDV

Este programa, que esta fisioterapeuta geriátrica puso en marcha en julio del pasado año en colaboración con Ohana y la residencia de Sanitas que dirige en Vigo Marta Penido, tiene un doble objetivo. Por una parte, realizar terapias asistidas con ancianos, ya que cada vez hay más estudios que revelan los beneficios que tienen estas intervenciones en las personas mayores que viven en residencias. Por la otra, ayudar a los perros de esta protectora, permitiéndoles salir durante unas horas del refugio y recibir el cariño que les falta.

Este programa, que esta fisioterapeuta geriátrica puso en marcha en julio del pasado año en colaboración con Ohana y la residencia de Sanitas que dirige Marta Penido, tiene un doble objetivo. Por una parte, realizar terapias asistidas con ancianos, ya que cada vez hay más estudios que revelan los beneficios que tienen estas intervenciones en las personas mayores que viven en residencias. Por la otra, ayudar a los perros de esta protectora, permitiéndoles salir durante unas horas del refugio y recibir el cariño que les falta.

“Siempre que voy al refugio me llama la atención lo superequilibrados y supersociales que son sus perros y esto es, entre otras cosas, porque las chicas de Ohana: Claudia Ramos, Sara Beltrán, Alba Rodríguez y Meli Fontán no sólo se preocupan por recuperarlos físicamente, sino que atienden también sus facetas emocional y social. Lo único que demandan estos perros es cariño. Muchos de los mayores que viven en la residencia también, porque vienen de vivir solos. Se dan cariño mutuo”, afirma.

Paloma vio la oportunidad de ayudar a los mayores y a estos perros a la vez, por lo que probó con un par de perros. La experiencia fue todo un éxito. Por ello, repitieron al mes siguiente, hasta que se convirtió en una cita mensual. “Mi cometido diario es estimular a personas que tienen patologías o demencias neurológicas severas y que presentan procesos depresivos, ansiedad o apatía. Para conseguirlo tienes que lograr que conecten con algo, lo que muchas veces es complicadísimo. Sin embargo, los perros logran esa conexión casi al instante”, afirma esta especialista, que asegura que incluso para el personal del centro resulta estimulante, ya que rompe su rutina, una rutina, por otra parte, que muchas veces resulta muy dura.

El contacto con perros ayuda a mejorar la salud global de las personas, aportando beneficios no sólo psicológicos, sino también físicos. Los estudios constatan que las terapias asistidas con canes fomentan la actividad física; permiten trabajar la estimulación cognitiva y sensorial; favorecen la expresión de emociones y palian el sentimiento de soledad; refuerzan la comunicación afectiva y lúdica, y promueven el tiempo de ocio, el uso de la conversación y la activación de la memoria. “Con las terapias con perros, conseguimos estimulación psicoemocional, motora y algo tan importante como incentivar la atención y con esto, la adherencia al tratamiento”, afirma.

Según Paloma, ya están viendo una “mejora emocional significativa” en pacientes que presentan episodios de ansiedad y de depresión, e incluso en aquéllos con inmovilismo. “El querer tocar o coger al animal les genera cierta movilidad activa, lo que es un paso importante”, apunta.

“El contacto con perros es un estímulo, incluso para las personas que están encamadas”

Paloma Díaz Vela

— Fisioterapéutica geriátrica

También han constatado los efectos positivos que tiene en la memoria y en la capacidad de comunicación. “Tengo una paciente a quien le encantan los animales que por su deterioro cognitivo no puede hablar, pero que se expresa con los rasgos faciales: le cambia la cara cuando está con el perro; y otra que por una enfermedad neurológica pronuncia muy mal, pero a quien se le entiende casi todo cuando le habla al perro”, comenta.

Incluso está demostrando ser efectivo en el caso de pacientes encamados, facilitando el trabajo en aspectos como la postura. “Son personas que no salen de la habitación. El perro es un estímulo externo muy positivo también para ellas”, asegura.

Paloma espera que las terapias con perros se conviertan en algo rutinario y que se adopten en otras residencias de mayores e incluso en los hospitales. Asegura, además, que es una intervención con coste cero. “No tienes que contratar a nadie ni pagar un extra, incluso se puede ver como una acción social porque, al final, estás ayudando a una protectora para que los perros salgan y se distraigan”, comenta.

Al mismo tiempo, estas intervenciones son un aliciente para los residentes, que esperan con ilusión el próximo sábado de visita. “Me preguntan cómo está ‘Nerón’ o ‘Perezoso’ o ‘Rayan’... y se alegran cuando les digo que han sido adoptados. Saben la historia de cada uno de ellos y empatizan con su situación”, afirma.

Paloma es profesora de estancias clínicas de la UVigo y por eso ha llevado a alguna de estas visitas a sus alumnos, para que conozcan de primera mano qué son las terapias asistidas con perros y cuál es su impacto en los residentes. “Es algo de lo que ya se habla en las facultades cuando hice la carrera, pero que en la práctica aún se ve poco”, opina.

Suscríbete para seguir leyendo