Las trabas al empadronamiento

Vivir sin tarjeta sanitaria en Ripoll: "Me he caído al suelo del dolor y no duermo más de dos horas seguidas"

Adultos y menores con patologías varias se topan con la imposibilidad de acceder al CAP debido a que no están empadronados

Liscandrys toma un té que le ha preparado su madre para paliar el dolor de muela porque no pueden empadronarse en Ripoll ni ir al médico.

Liscandrys toma un té que le ha preparado su madre para paliar el dolor de muela porque no pueden empadronarse en Ripoll ni ir al médico. / Jordi Otix

Elisenda Colell / Jordi Otix

"¿Qué más tiene que pasar? ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué pretende la alcaldesa de Ripoll? ¿Nos tenemos que morir para tener padrón y que nos vea un médico? ¿Por qué tanta injusticia?". Es el desgarrador lamento de Karim Bouraada, un joven de 19 años nacido en Melilla, que trabaja y vive en Ripoll desde hace diez meses con su padre, Mustapha. El hombre lleva meses aguantando dolor de hombro y un insoportable lumbago, que combate automedicándose. Está en lista de espera para obtener el padrón y no le permiten acceder a la sanidad pública.

Adultos y menores con patologías varias topan con la negativa del CAP a atenderles mientras no estén empadronados

Tampoco puede empadronarse ni ir al médico Liscandrys Olivares, una adolescente venezolana que combate el dolor de muelas con oraciones, infusiones y antiinflamatorios autorecetados. "Estamos desesperados: en el CAP nos dicen que hasta que tengamos el padrón no nos atenderán.... un día tendremos un susto, yo sufro por la salud de mis hijos", cuenta su madre, Nazareth Rebolledo, con los ojos vidriosos.

La desatención sanitaria de los recién llegados en Ripoll, consecuencia de las trabas que les pone la alcaldesa ultra Sílvia Orriols para empadronarse, pone en riesgo la salud de los más vulnerables.

Karim Bouraada, con su padre Mustapha, muestra la tarjeta sanitaria de Melilla, con la que ahora, en Ripoll, se niegan a atenderle.

Karim Bouraada, con su padre Mustapha, muestra la tarjeta sanitaria de Melilla, con la que ahora, en Ripoll, se niegan a atenderle. / Jordi Otix

Fue hace tres semanas. A las cuatro de la mañana, los gritos de dolor de Liscandrys Olivares, de 15 años, despertaron a toda la familia. Esta familia venezolana vive en una buhardilla prestada por un vecino, sin ducha, sin agua caliente y sin cédula de habitabilidad. El padre está empadronado en Barcelona. La madre logró empadronarse en Ripoll porque lo hizo antes de que Orriols tomara el mando del consistorio. Pero los niños, que llegaron en diciembre, se han quedado sin acceso al empadronamiento, según las nuevas normas que ha impuesto la alcaldesa de extrema derecha.

Liscandrys, de 15 años, combate el dolor de muela con rezos, abrazos, té y, si tiene, paracetamol

A la niña le duele una muela. "Ocurre a menudo, grita, dice que no puede más", explica la madre. Pero cuando la familia va al CAP para que la atiendan, les dicen que ya pueden marcharse por donde han venido. Los menores no están empadronados, por lo que no les permiten tramitar la tarjeta sanitaria ni ir al médico de forma gratuita. "Desde entonces, lo que hacemos es orar juntos, abrazarnos, le damos té, buscamos remedios por internet y si tenemos, le damos paracetamol", cuenta Nazareth.

La mujer no sigue ninguna pauta, ni sabe exactamente qué tiene la niña. Sólo que, a menudo, le dan punzadas de dolor. La historia se repite con su otro hijo, Arnaldo, de 12 años. "Lleva días con fiebre, mareado, ha perdido el sentido del gusto... ¿qué hacemos?", se pregunta Nazareth. Cada vez que van al CAP se topan con la misma barrera. "Nos dicen que hasta que no tengamos el padrón no podemos venir. Es muy frustrante porque la salud de tus hijos es lo primero, y ver que no les puedes dar nada....", lamenta esta madre, al borde del llanto.

"Arnaldo, de 12 años, lleva días con fiebre y mareado pero en el CAP nos dicen que no podemor ir"

Nazareth Rebolledo

— Vecina de Ripoll

"De 0 al 10, me duele 10"

Su caso no es el único. Mustapha Bouraada y su hijo Karim llegaron a Ripoll hace 10 meses de Melilla porque les contrataron en una fábrica del pueblo. Trabajan a diario a turnos de ocho horas. El padre pidió empadronarse el pasado 8 de noviembre, aportando el contrato de alquiler. Pero siguen esperando la resolución de la alcaldesa.

"Me he caído al suelo del dolor y no duermo más de dos horas seguidas", explica Mustapha, que lleva meses con lumbago

"Nos dimos cuenta que sin el padrón no lo vería ningún médico", explica el hijo. El padre lleva meses arrastrando dolor en el hombro izquierdo y en la zona lumbar. "Del 0 al 10 me duele 10: algun día me he caído al suelo del dolor, no puedo aguantar. No puedo dormir más de dos horas seguidas por el dolor", cuenta el hombre. "Se toma los paracetamoles como caramelos", añade el hijo, preocupado.

Mustapha Bourada, se automedica para el dolor de articulaciones porque está esperando el empadronamiento en Ripoll.

Mustapha Bourada se automedica para el dolor de articulaciones porque está esperando el empadronamiento en Ripoll. / Jordi Otix

A pesar del dolor, Mustapha no ha parado de trabajar. No tiene médico de cabecera para tramitar la baja. "No puedo más", reconoce. La mayoría de veces que ha acudido a la consulta se ha topado con un 'no'. Sin embargo, logró atención sanitaria dos veces. Una, el 18 de octubre, en las Urgencias del hospital comarcal de Campdevànol. "Nos hacían pagar 150 euros y empecé a gritar: no hay derecho, no tenemos este dinero", explica Karim. Les atendieron, pero antes les tocó aguantar insultos racistas en la sala de espera. "Le dieron paracetamol y ya está", lamenta el hijo.

La segunda fue el 15 de enero en el CAP de Ripoll. "Una chica muy amable nos dejó pasar. Pero lo mismo, más pastillas. Ni una radiografía", se quejan.

El Arabi Barkahi, Imane Amzitti y su hijo Annas Barkahi, en la cocina de su piso en Ripoll, donde llevan más de dos meses esperando para empadronarse.

El Arabi Barkahi, Imane Amzitti y su hijo Annas Barkahi, en la cocina de su piso en Ripoll, donde llevan más de dos meses esperando para empadronarse. / Jordi Otix

Tampoco logra librarse del dolor de muelas Imane Amzitti. Lleva dos meses y diez días en Ripoll y desde entonces sigue esperando la resolución del padrón. Lo solicitó su marido, El Aarbi Barkahi, trabajador de la construcción que, tras diez años en Catalunya, dos de los cuales en Ripoll, logró reagrupar a su mujer y a su hijo de 10 años en un piso alquilado a su nombre. "Nos dicen que paguemos 40 euros si queremos ir al médico", se queja Barkahi. "El niño no tiene vacunas, no tiene médico... estoy sufriendo mucho", sigue el padre.

Mohamed Katbach y sus hijos Ayman y Abdelghaforu, en su piso en Ripoll donde llevan casi dos meses esperando para empadronarse.

Mohamed Katbach y sus hijos Ayman y Abdelghaforu, en su piso en Ripoll donde llevan casi dos meses esperando para empadronarse. / Jordi Otix

Situación idéntica en la que están en la familia de Mohamed Katbach, empleado en Casa Tarradellas. Tras 20 años en Manlleu, trabajando en mataderos y empresas cárnicas de todo tipo, Katbach ha reagrupado a su mujer y a sus hijos de 13 y 6 años. El 29 de noviembre pidieron el padrón, también con un contrato de alquiler que acredita su dirección. Aún no hay respuesta.

"Me dijeron que el trámite podía superar los seis meses de espera", cuenta Katbach. De ser así, Orriols estaría saltándose la legalidad ya que el plazo máximo es de tres meses. Los niños ya van a la escuela y el instituto. Pero no pueden acceder a la sanidad pública. "¿Y si les pasa algo, qué hacemos?", se pregunta el hombre.

Jacabo, un niño de seis años que no ha podido ir al médico por no estar empadronado en Ripoll, juega en el suelo.

Jacabo, un niño de seis años que no ha podido ir al médico por no estar empadronado en Ripoll, juega en el suelo. / Jordi Otix

Grays Dayana Prada optó por automedicar con paracetamol a su hijo Jacobo, de seis años, que tiene bronquitis desde hace unas semanas. Esta familia colombiana, llegada a Ripoll a finales de agosto, aún no ha logrado empadronarse. "El niño tenía mucha fiebre, tos... y decidí darle este medicamento que me prestó una amiga. Por suerte no pasó nada y el niño se puso bien", cuenta la madre entre sollozos. Ha intentado en vano que los atienda un médico en el CAP.

"Como no tengo tarjeta sanitaria ni las vacunas, el Ripoll no puede hacerme ficha para jugar a fútbol"

Johan Sebastian, 13 años

Johan Sebastian, un menor de 13 años que no ha sido aceptado en el equipo de Ripoll por no estar empadronado, juega a la pelota en casa.

Johan Sebastian, un menor de 13 años que no ha sido aceptado en el equipo de Ripoll por no estar empadronado, juega a la pelota en casa. / Jordi Otix

La exclusión sanitaria también afecta a su hijo mayor, Johan Sebastian, de 13 años. "A él le encanta jugar al fútbol, y fue a preguntar si podía jugar acà", sigue la madre. "En Bogotá jugaba de defensa. El entrenador del Ripoll me vio jugar en la calle y me dijo que podía entrar en el equipo", cuenta el adolescente. Estaba ilusionado, pero su sueño quedó en nada: "No tengo tarjeta sanitaria ni las vacunas en regla, y me dijeron que sin esto no pueden hacerme la ficha", lamenta cabizbajo el chico, que pasa los días jugando solo por la calle.

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