Entrevista

Domi Viñas, directora de instituto: "Para los adolescentes, la credibilidad la da el número de seguidores que tenga un 'youtuber'"

El IE El Til·ler de Barcelona es uno de los 10 'Centres Desfake', proyecto que da herramientas a los adolescentes para identificar las 'fake news' que difunden discursos de odio

Domi Viñas, directora del Institut Escola El Til·ler de Barcelona.

Domi Viñas, directora del Institut Escola El Til·ler de Barcelona. / Joan Cortadellas

Helena López

-La primera preocupación por la equidad digital, que era que todos los alumnos tuvieran acceso a la tecnología, ¿se ha visto superada por el uso que hacen los chicos de esa tecnología, ya en el bolsillo de todos los chavales?

-Si tiramos hacia atrás, con la pandemia, sí hubo una reivindicación del derecho a la equidad digital, pero en los últimos años se ha hecho más patente la necesidad de tener un control de las redes y las relaciones. Una situación que nos sorprendió mucho con el confinamiento es que, pese a ser un centro de máxima complejidad, todas las familias tenían un dispositivo con internet. Ordenadores y tablets, no; pero 'smartphone', todas. 

"Con las redes, la vida del aula se mueve las 24 horas y no lo podemos controlar"

-El problema ahora, no menor, es gestionar los riegos.

-El primer planteamiento es que el móvil pueda o no pueda entrar en el instituto. Nosotros optamos porque pueda, porque forma parte del material pedagógico y porque detectamos que los jóvenes necesitan a lo largo de la mañana el uso del móvil. Y eso nos habla de una dependencia, pero existe. Era una necesidad. En estos momentos para los chicos es igual de necesario salir a beber agua que a ver quién les ha escrito, cómo va su red social o hacer una partida, si juegan a algún juego de aquellos colectivos.  

"En muy poco tiempo hemos visto que lo que antes era una oportunidad de equidad educativa ahora es un peligro"

-¿Una necesidad?

-Una necesidad, sí; por no hablar de las adicciones. Detectamos que si hacíamos una restricción muy severa se nos iban al lavabo a enviar 'whatsapps', lo tenían escondido y a la que tenían algún momento para esquivar al profe lo usaban. 

-Era una actividad clandestina, con todas sus consecuencias.

-Exacto. Este fenómeno nos lleva a repensar en qué espacio debemos dar esa flexibilidad.

-¿Para que no tengan el mono y puedan estar después atentos en clase?

-Exactamente. Por eso la normativa de centro es que se puede usar el móvil en los espacios de ocio -el patio-, pero con unas condiciones.

"Para los chicos es igual de necesario salir a ver quién les ha hecho un 'like' que a beber agua"

-¿Cuáles?

-Que no se pueden grabar vídeos ni recibir llamadas.

-¿Y no se encuentran que en la hora del patio no juegan porque están con el móvil?

-Sí, nos lo encontramos.

"Nos dimos cuenta de que teníamos que actuar al ver que el ideario que teníamos como escuela empezaba a tambalearse"

-Pero es un mal menor, entiendo.

-En la adolescencia la hora del patio ha sido siempre un rato de conversación, de socialización. Y hoy en día ese espacio de socialización se cubre a través del móvil. Es el momento de ver cuántos 'likes' han dado a mi publicación. La valoración de la implementación de estas normas es muy positiva. Conocen las normas y las aplican. 

-Hemos llegado a este punto porque la situación ya está descontrolada. ¿No se podría trabajar antes, aprovechando que son instituto-escuela para que no llegaran a secundaria con esa dependencia?

-Es imposible. En primer lugar porque el móvil cada vez se incorpora antes a la vida del niño. Niños de siete u ocho años que reciben un móvil de regalo de Reyes o de cumpleaños.

-¡¿Cómo?!

-Sí, sí. En las reuniones con familias intentamos concienciar a las familias de la importancia de retrasar el móvil, pero cuesta. 

-Los niños ya no quieren la tele, quieren el móvil.  

-Sí, ves a las niñas de primaria haciendo bailes de TikTok y les preguntas de dónde lo han sacado y te dicen que de TikTok. El uso del móvil se ha normalizado de tal manera que no hay conciencia de los peligros. Entonces, ¿quién es el encargado de estructurar esa mirada de educar en la peligrosidad?

-¿La escuela?

-La escuela. Por ejemplo, hemos dejado de usar las 'tablets' en infantil. Nos dimos cuenta de que no le podíamos decir a las familias que no le dejaran la 'tablet' a los niños y nosotros dejársela. Por coherencia. En muy poco tiempo hemos visto que lo que antes era una oportunidad de equidad educativa ahora es un peligro. 

"Hemos dejado de usar las 'tablets' en infantil; no le podíamos decir a las familias una cosa y hacer la contraria"

-De todos los peligros, ¿cuál es el que más les preocupa?

-Las situaciones de acoso, de violencia… Es muy fácil insultar desde el anonimato de las redes. Cosas que uno no se atrevería a hacer o decir en persona sí lo hace por Instagram. Algunos chicos tienen tres cuentas distintas, y eso nos preocupa mucho porque la vida de aula ahora se mueve en cualquier espacio, las 24 horas del día y eso no lo podemos controlar.

-Unas redes en las que corren como la pólvora los discursos racistas, machistas… 

-Hemos detectado un cierto comportamiento retrógrado en muchos temas. Por ejemplo, en cómo se posiciona el alumnado, tanto el recién llegado como el que no, respecto al catalán. Hay una resistencia a hablar catalán cada vez mayor. Hay un retroceso en todos los valores: coeducación, convivencia, ecología, igualdad, racismo… cosas básicas. Una involución vinculadísima a las redes. Tú sigues a una 'tiktoker' que te está diciendo que las mujeres son todas unas guarras porque van vestidas no sé cómo, y como lo dice una 'tiktoker' a la que sigue mucha gente es verdad, porque si la sigue mucha gente es porque tiene razón. La credibilidad pasa por el número de seguidores. 

-El 'youtuber' tiene más credibilidad que la maestra.

-Claro. E incluso que la familia. Llegó un momento en el que vimos que esa desinformación iba en detrimento de la calidad democrática del centro. Todo aquel ideario que teníamos como escuela empezó a tambalearse. Es un fenómeno que afecta principalmente a la política, a la educación, al clasismo, al racismo... 

-¿Y qué impacto tienen esos mensaje en unas aulas tan diversas?

-¿Cuál es la manera del alumnado recién llegado de ser aceptado? Pues tener una opinión muy parecida a la de la mayoría. Es una manera de integrarse. Y eso nos genera un conflicto con la lengua, con la coeducación… 

-¿Y tiene impacto en la salud mental?

-Muchísimo. Conductas autolíticas, no soy lo que esperan de mí y por tanto me castigo. Después de la pandemia hemos abierto protocolos de suicidio como no habíamos abierto nunca. Situaciones de salud mental muy límites.

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