Entrevista

Eva Bach, pedagoga: "Los adultos creen que tienen que domesticar o curar a los adolescentes"

Pionera de la educación emocional en España, la maestra y divulgadora recomienda a padres, madres que dejen de ver a los adolescentes como seres enajenados

Eva Bach.

Eva Bach. / ANA PUIT

Olga Pereda

Pedagoga, maestra, divulgadora y autora de 'Educar para amar la vida' y 'Adolescentes, qué maravilla', Eva Bach pide que la adolescencia sea considerada como una etapa más de la vida y no como una trinchera infinita. Pionera de la educación emocional en España, recomienda a padres, madres y toda la sociedad que dejen de ver a los adolescentes como seres enajenados y los traten como lo que son: personas.

¿Por qué tratamos a los adolescentes como si fueran un género en sí mismo?

Porque olvidamos su dimensión de personas. Hablamos de ellos y de ellas como proyectos de personas o futuras personas, como si todavía no lo fueran. Qué bien que ahora, gracias al lenguaje inclusivo, se hable de las personas adolescentes. Los adultos piensan que tienen que domesticar o curar de algo a los adolescentes. Les tratamos como si estuvieran sufriendo una enajenación mental transitoria.

"Tratamos a los adolescentes como si estuvieran sufriendo una enajenación mental transitoria"

Los medios de comunicación hablamos de ellos y ellas muchas veces en sentido negativo: fracaso escolar, salud mental precaria, mal comportamiento, adicciones...

Parece como si la adolescencia fuera una enfermedad, ¿verdad? Les miramos como enfermos, como personas que, de repente, pierden el norte y enloquecen. No es así. Hay casos de trastornos y conflictos severos, sí. Pero la inmensa mayoría de los comportamientos de los adolescentes responden a su evolución, son naturales y lógicos. El 92% de las adolescencias se resuelven positivamente. Es decir, se convierten en personas adultas equilibradas, funcionales y autónomas. Conclusión: el problema no está en la adolescencia sino en la adultez. El problema no son ellos, somos nosotros.

¿Qué hacemos los padres y las madres para revertir la situación?

Lo más importante es tener una buena relación y una buena comunicación con los adolescentes. Tenemos que relacionarnos mejor y comprenderles mejor.

"El problema es que no sabemos conectar ni empatizar con ellos"

¿Cómo lo hacemos?

La adolescencia es un despertar vital. Les empiezan a interesar los grandes temas de la vida. En mis investigaciones, les he preguntado qué necesitan, qué es lo más importante para ellos. ¿Qué me han respondido? Que necesitan prácticamente lo mismo que los adultos. Quieren ser capaces y válidos. Quieren vivir plenamente. El problema es que nosotros no sabemos conectar ni empatizar.

¿Qué necesita un adolescente?

Que le preguntemos y que le escuchemos. Pregúntale qué necesita. A lo mejor no nos lo dice o no lo sabe decir. Pero es importante que sepa que si necesita algo estamos a la escucha. Hay que escuchar a los adolescentes con el oído, pero también con la mirada y el corazón. Los niños pequeños nos dicen: “Mamá, mírame”. Un adolescente no dice eso. Más bien lo contrario: “Déjame en paz”. Pero necesita lo mismo. Sentirse visto, reconocido y tenido en cuenta. Necesitan que les enseñemos a sentir de un modo inteligente y sano. Su corteza cerebral no ha terminado de madurar y nosotros debemos estar ahí para aportar calma y serenidad. Muchas veces lo que hacemos es no aceptar el peligro e intentamos apartarles de aquello que nos inquieta a nosotros, que son nuestras neuras y nuestros miedos.

"Absolutamente todo empieza en la infancia: empatía, confianza, escucha y límites"

Alcohol, violencia, redes sociales… ¿Cómo podemos ser madres sin miedo? Es imposible.

El miedo es normal. Y hasta saludable porque tiene una dimensión de protección. Claro que hay que proteger a los hijos, pero qué distinto es el miedo natural (el miedo a que beban alcohol, por ejemplo) a los miedos que se deben a nuestras frustraciones. Tenemos que educar a nuestros hijos y enseñarles dónde están los peligros, pero no para tengan miedo sino para que protejan su vida y su integridad física y psíquica. Su vida es su tesoro.

Qué duro es asumir que tú ya no eres el referente de tu hijo, que hace nada era un ser pequeñito que te adoraba.

Hay muchos padres y madres que piensan que tenían un osito de peluche y ahora tienen un cactus. Siempre les digo que miren detrás de ese cactus porque su osito de peluche sigue estando ahí. Si tu hijo adolescente estuviera físicamente pegado a ti y fuera dependiente sería una persona sumisa y sin criterio. No es que tu hijo pase de todo, es que está buscando su criterio. Y para encontrarlo tienen que contrastar y confrontar todo.

La buena crianza y la buena educación comienza en la infancia, no en la adolescencia.

Absolutamente todo empieza ahí: la empatía, la confianza, la capacidad de llegar a acuerdos, la escucha, la comunicación afectiva y los límites.