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El restaurante Canyamel de Inca, veinte años frente a los fogones

Su aventura como restauradores empezó en el año 1990, pero en 2001 inauguraron este nuevo local

Tòfol Soler, Maria Eulàlia Soler, Magdalena Soler y Eulàlia Genestar. | B.F.

La hostelería está viviendo momentos complicados a causa de la pandemia, pero algunos tratan de seguir ofreciendo sus productos pese a las dificultades. Este es el caso de la conocida familia Soler-Genestar, que estos días está de enhorabuena porque este año celebra su vigésimo aniversario en el Restaurant Canyamel de Inca, uno de los lugares más emblemáticos no solo del municipio sino de toda la isla. A pesar de tener que reinventarse a causa de la situación actual, los dueños confían en que todo vaya bien. Su aventura como restauradores empezó en el año 1990 en el Celler Canyamel, pero no fue hasta el año 2001 que inauguraron este nuevo local que destaca por su gran capacidad y polivalencia para acoger todo tipo de actos y celebraciones.

Fachada del restaurante, situado en Inca. | B.F.

Eulàlia Genestar es uno de los pilares básicos de este restaurante. Ella se encarga de dirigir la cocina mientras que su esposo Tòfol Soler se encarga de dirigir la sala. Ambos forman un tándem magnífico, como ha quedado patente durante todos estos años de trabajo.

Otro de los secretos es el apoyo familiar. En este caso, Eulàlia y Tòfol cuentan con la ayuda de sus hijas Magdalena y Maria Eulàlia, que trabajan en los fogones y en la pastelería respectivamente. Como se puede ver tanto en internet como en el mismo restaurante, la propuesta culinaria destaca por ofrecer un menú de mediodía a muy buen precio (11 euros en local y 9 para llevar) y los fines de semana ofrecen bufé.

Ofrecen principalmente platos de cocina mallorquina y, de entre sus especialidades, caben destacar los caracoles, «peus de porc» o los «carabassons farcits de bacallà».

"La propuesta culinaria destaca por ofrecer un menú de mediodía a buen precio y bufé los fines de semana"

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Uno de los grandes secretos que hace de este espacio un sitio especial es la apuesta por el producto local en sus platos. Algunos de los ejemplos más claros son las patatas y melones, cultivados por Guillem Fiol de Muro, o las verdura y hortalizas, que provienen de Biel Ramis de sa Pobla. Soler explica que, en el caso de los calabacines, son de «metro cero» ya que son cultivados en su huerta.

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