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Crítica de toros

La recompensa y el orgulloso triunfo de ser taurino mallorquín

El jovencísimo empresario Juan A. Álvarez, el diestro Álvaro de la Calle y el Presidente Antoni Serra fueron los pilares de la importante corrida de toros celebrada ayer en honor a Sant Joan

La recompensa y el orgulloso triunfo de ser taurino mallorquín

­Bastantes frentes abiertos posee ya la fiesta de los toros como para que algunos consistorios, a quienes compete desde noviembre de 2013 la tramitación de documentos para los espectáculos taurinos, barajen por compadreo el incumplimiento del claro reglamento con la mera intención de agraciar a intrusos mequetrefes de notoria y reconocida incompetencia. Artífices, en consecuencia, de majaderías en detrimento del espectáculo que, en tiempos aún no muy lejanos, fueron a la postre pasaportes justificados para recorrer los informativos nacionales de la gran pantalla, por ejemplo.

Con la corrida de ayer, Martí Fornés, alcalde de Muro, y su cuadrilla, cumplieron burocráticamente. Ellos son, precisamente, quienes deben asegurar preservar un nivel profesional digno y garantizar los legítimos intereses de cuantos intervienen en un espectáculo taurino relegando ya al olvido una desintegrada rueda de turnos despedazada, casualmente, por el propio consistorio murer en junio de 2014. De aquellas chanzas, estas danzas.

Si de impulsar las acciones a favor de la fiesta de los toros se trata, cabe elogiar la intachable gestión llevada a cabo en la organización del festejo de ayer dirigida por Juan A. Álvarez Malondra. Un joven apasionado taurino mallorquín que con tan solo 21 años se embarcó en este arriesgado proyecto que inició promocionando a un mes vista, apostando por una política de precios insólita, una presentación del ganado, una terna de toreros y una puesta en escena digna de cualquier feria de relevancia en el planeta taurino.

Aquí se ha trabajado mucho y duro. Lo de llegar con diez días de antelación a poner el cazo y organizar una corrida de toros igual que la vecina del quinto organiza su fiesta de cumpleaños, Álvarez Malondra ha demostrado que no es la solución para la recuperación de una afición conminada a no volver a las plazas, fruto de fatídicas gestiones empresariales.

Con más de tres cuartos del aforo cubierto se corrieron 6 toros de Mª Mercedes Pérez Tabernero. Bien presentados todos sometidos a largos castigos en el caballo.

Abrió plaza Álvaro de la Calle, quien no acusó en ningún momento la falta de contratos. Anduvo decidido, entregado y templado en el conjunto de su labor. A su primero le enjaretó largas tandas por ambas manos si bien fue con la zurda donde el nivel bajó ligeramente. Del cuarto, noblón pero con cierta falta de transmisión, cabe destacar el buen gusto que imprimió en el recibo capotero. Redondeó momentos de empaque e importancia por ambos pitones en su faena muleteril componiendo la figura con gusto y torería. Además manejó bien los aceros. Tres orejas a su esportón y la consiguiente salida en hombros exigen contrataciones.

Le faltó sensibilidad, sentido común y hasta vergüenza torera a Morenito de Aranda al no abreviar con el segundo de la tarde para acabar con él en la mayor brevedad posible tras haberse inhabilitado en el último tercio derrotando en uno de los burladeros. Para más inri despachó al animal de 4 pinchazos antes de un horroroso casi entero bajonazo. El quinto fue, quizás, el mejor del sexteto. Con él sí acertó toreando en los terrenos que exigía el burel. Seria labor, sin aspavientos y jugando la cintura en diversas series ligadas bien rematadas con los de pecho.Cobró una certera media estocada en la cruz y paseó un apéndice.

No fue la tarde de Paco Ureña. Se le percibió incómodo y ausente con falta de acoplamiento en su lote. Repetidos desarmes y el detestable manejo de la tizona con el último al que despenó de 6 pinchazos, una entera y 6 descabellos dieron lugar a dos avisos que bien podrían haber sido 3 de no ser por el buen criterio del Presidente.

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