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Grabados

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Trinil, en la isla de Java (Borneo), es el yacimiento en el que Eugène Dubois descubrió en 1891 y 1892 los restos del entonces llamado Pithecanthropus erectus, un ancestro humano del Pleistoceno Medio que añadía a su cráneo con aspecto muy primitivo y robusto un aparato locomotor idéntico al de nuestra especie. El debate acerca del sentido evolutivo de lo que se conoce hoy como Homo erectus y, en particular, el nivel cultural y cognitivo que habría alcanzado lleva más de un siglo sobre la mesa, con dudas como la del distinto grado de complejidad de los H. erectus asiáticos y africanos.

El hallazgo en la misma localidad e idéntico horizonte estratigráfico (Hauptknochenschicht, estrato principal de los huesos) de una concha de agua dulce con grabados geométricos reabre la polémica. La descripción del objeto ha sido publicada en la revista Nature por Josephine Joordens, de la facultad de Arqueología de la Leiden University (Holanda), al frente de un nutrido equipo de colaboradores entre los que se encuentra Francesco d’Errico. D’Errico es quizá máxima autoridad en materia de paleoarte, que es como se conoce a los elementos culturales que, carentes de uso técnico, apuntan a propósitos decorativos. Y de hecho el propósito del artículo de Joordens y colaboradores es ése: indicar que se ha encontrado la muestra más antigua de dibujos geométricos hecha por un ser humano. La datación obtenida mediante radiometría y termoluminicencia de los terrenos del Hauptknochenschicht les concede una edad máxima de 504.000±100.000 años y una mínima de 430.000±50.000. Como dicen los autores del hallazgo, resulta mucho más antigua que los grabados procedentes de Sudáfrica (cuevas de Klasies River y Blombos) que apenas alcanzan los 100.000 años.

La concha grabada de Trinil es en verdad todo un descubrimiento. Pero resulta sorprendente que los autores olviden que Homo erectus contaba ya con muestras de grabados geométricos muy antiguos, del orden de tres veces más antiguos que los que mencionan, procedentes de Sudáfrica (que podrían corresponder a una forma incipiente de Homo sapiens). El yacimiento de Bilzingsleben (Alemania), con herramientas achelenses —la cultura de Homo erectus—, cuenta con una edad comprendida entre 412.000 y 320.000 años; menos, ciertamente, que Trinil pero dentro del mismo rango de fechas o muy parecido. La novedad consiste en que la capacidad de llevar a cabo grabados abstractos de los humanos del Pleistoceno Medio, ya conocida de sobras, se remonta a cerca de medio millón de años y se extiende hasta Java, una isla en la que las tallas líticas son muy escasas.

Queda pendiente un enigma. La cultura achelense no llegó al Sudeste asiático, cosa que lleva a asignar un nivel tecnológico inferior a los H. erectus de Extremo Oriente. Pero grabar conchas es una actividad muy avanzada en términos de capacidades cognitivas. Esa conjunción de paleoarte y útiles primitivos llama la atención.

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