Los nuevos héroes contemporáneos de Albert Pinya han tomado Ca na Toneta. Un payés está cosiendo a una cuerda los tomates de ramallet ante la atenta mirada de un alienígena. Es el futuro utópico que el artista mallorquín ha dibujado en la terraza del restaurante de las hermanas Solivellas.

Desarrollando un universo ultralocal elevado a categoría de universal -una tendencia que cada vez va cogiendo más fuerza en sus últimos trabajos-, Pinya estaba condenado a entenderse con la filosofía que subyace en Ca na Toneta: el hedonismo responsable, otro de los motores de su pintura, que no ha perdido un ápice de comicidad.

Explica el artista que la nueva intervención en el establecimiento de Caimari, titulada The Big Dream, es "la continuación" de la primera que ya realizó en 2011 bajo el título Ultimátum a Monsanto. E incide en que no se trata de una segunda parte, "sino que es la evolución/sublimación de aquella historia de venganza, odio y muerte".

De manera muy distinta, en The Big Dream Pinya ha desarrollado su visión de un futuro utópico (nada apocalíptico) mediante la exaltación y la abundancia de todos aquellos elementos que poseen unas connotaciones propias de los héroes contemporáneos, entendiendo a éstos como al payés y a la payesa mallorquines. Seres portadores de una milenaria sabiduría. Así, las paredes de la terraza rebosan de alimentos y animales isleños. Mediante estas imágenes, Pinya reivindica un particular modo de entender no sólo la gastronomía sino la vida. Una vida más apegada a la tierra, al consumo responsable y a las tradiciones locales.

La historia que narra Albert comienza con el viaje de unos alienígenas al centro de la Tramuntana. Y, por lo tanto, al cosmos de Ca na Toneta. En esta visita, los marcianos mantienen contacto con algunos de estos héroes contemporáneos representados por el artista, héroes que les transmitirán conceptos ancestrales y con los que revivirán experiencias que les permitirán descubrir la identidad isleña más autóctona y profunda. Una manera de comprender asimismo valores como el compromiso o la memoria, tan olvidados en la vida moderna.

La narración de Pinya está enmarcada dentro de un gran paisaje y en uno de los fragmentos del mismo aparece un altar con alimentos sagrados dispuestos en forma de naturaleza muerta. En este punto, la obra del mallorquín cumple una doble función: además de recuperar todo lo referente a la gastronomía local (el espíritu de Ca na Toneta), rescata también géneros abandonados pero inmortales en la pintura como el bodegón o el paisaje.

Tal y como comenta el propio artista, The Big Dream ha sido amamantado por trabajos de El Greco, Goya, Arcimboldo, Rafel Joan, David Lynch, Jaume C. Pons Alorda, Pau Vadell, Emili Sánchez-Rubio, Pep Laguarda y el grupo musical Interpol.

Antes de recluirse en su casa de Caimari, Albert se detiene y regala una frase importante para comprender su profundización e interés en lo ancestral: "Cuanto más afino mi discurso, más cercano me siento al hombre de las cavernas".