Bernardí Roig Vox Clamantis in deserto Kewenig. Sant Gaietà, 4A. Palma. Hasta el 4 de octubre.

Puede que no lo viesen, pero allá en lo alto de una columna adosada al muro del Oratori de Sant Feliu, nos observaba Simón del desierto, un ermitaño del siglo V d.C. encumbrado durante más de 40 años en lo alto de una columna de la estepa.

Así lo contaba Luis Buñuel en una película estrenada en 1965, Simon du désert, y de este modo lo muestra Bernardí Roig ( Palma,1965) en forma de escultura e instalación en una de las galerías, me atrevo a decir, más destacadas de Europa, y la tenemos en Palma, la Kewenig.

Roig, nos muestra de nuevo su excelente faceta de escultor, con una obra que recuerda a la clásica, en estilo y temática, pero que está pasada por un tamiz personal, donde se entremezclan la mitología y el erotismo. Parejas como Cupido y Psique, Marte y Venus, Orestes y Pílades, o personajes como Príapo o los Sátiros, proporcionan al artista multitud de referencias. Luego están las cinematográficas y las pictóricas: no olvidemos la referencia a Munch o Kounellis.

Su propia producción cinematográfica también le persigue en un mundo difícil de ver, de mirar, ya sea cegado por la luz de sus fluorescentes, ya sea por la incapacidad de cada uno por ver la vida con sus propios ojos.

Las propuestas (vídeos, esculturas, dibujos y fotografías) de Bernardí Roig nos invitan a convertirnos en vouyers de escenografías secretas y visiones inaccesibles, sólo en apariencia. El artista nos anula la perspectiva única y abre una de múltiple, que sitúa al espectador en el campo de la relatividad de la percepción y la representación. Los trabajos dialogan con el lugar y a su vez se confrontan con los elementos arquitectónicos del siglo XIII, el juego de subvertir la realidad, de convertir el espectador en espectáculo, el hecho de plantear la exposición como un juego, como teorizaba Hans-Georg Gadamer, cuando decía que el espectador, en tanto que participa en el juego, también forma parte de él.