Entre los aniversarios de este año, con El Greco como el más famoso, al menos entre nosotros, no deberíamos olvidar el del gran arquitecto del Renacimiento: Donato Bramante (1444-1514).

Influido por el nuevo clima de indagación científica y pensamiento científico, Bramante fue junto al genial Miguel Ángel quien más contribuyó a abrir el primer Renacimiento a las ideas del nuevo siglo, a la transición posterior al manierismo y el barroco.

Su obra más singular y famosa es el templete- de San Pedro in Montorio, construido en 1502 y considerado como una de las obras maestras del Renacimiento italiano.

Es además una obra estrechamente relacionada con nuestro país: se levanta en el patio del antiguo convento franciscano donde está la Academia Española de Roma, un complejo religioso allí creado porque se creía erróneamente que fue el lugar donde San Pedro sufrió martirio.

Su construcción la encargaron los Reyes Católicos para conmemorar la toma de Granada. Es un edificio que parece en realidad mucho mayor de lo que es realmente y en el que Bramante reinterpretó los principios de la arquitectura clásica con un dominio nacido de su estudio de Vitruvio.

De planta circular, tiene una sala central rodeada de dieciséis columnas de orden toscano que conforman un peristilo sobre el que se levanta una balaustrada, y todo ello está coronado por una cúpula semiesférica. Es por su armonía y pureza de líneas como un manifiesto del clasicismo renacentista.

Introductor del Renacimiento en una ciudad de tradición gótica como Milán, el talento del Bramante fue inmediatamente reconocido en Roma por el cardenal Della Rovere, el futuro papa Julio II.

Allí se le encargó la nueva basílica de San Pedro. Sin embargo, su proyecto, inspirado en el Panteón romano, no llegó a realizarse y y fue reinterpretado por otras grandes figuras como Rafael, Miguel Ángel, Sangallo, Vignola y finalmente Carlo Maderno, que terminó su construcción en el siglo XVII.

También en Roma se debe a Bramante el claustro de la iglesia de Santa María de la Paz, muy cerca de la barroca Plaza Navona, un pequeño claustro de bellas proporciones en el que aparecen superpuestos los cuatro órdenes clásicos: toscano, dórico, jónico y corintio.

La iglesia encierra también unos frescos de Rafael que representan a las sibilas recibiendo instrucciones angélicas, junto a obras de Antonio da Sangallo y Rosso Fiorentino. En parte del edificio se realizan actualmente exposiciones de arte contemporáneo.

Bramante no es importante sólo por lo que dejó hecho sino también por su influencia en otros arquitectos como Baldassare Peruzzi, Sangallo el Joven, Jacopo Sansovino y el mismo Rafael. Reinaba entonces en Roma un sano clima competitivo entre tantos genios.