Tres fechas importantes forman la coyuntura perfecta para publicar este libro: Por un lado, la celebración del 150 aniversario del nacimiento, el 2 de enero de 1862, de Antoni Maria Alcover, lo que provoca que hasta hoy se hable de Año Alcover; luego está la celebración del 60 aniversario de la finalización de la publicación del Diccionario Català-Valencià-Balear que él mismo inició y, finalmente, el pasado 8 de enero se commemoraban los 70 años de su muerte.

Sin embargo, los motivos de los autores, el director del Arxiu Capitular de la Seu, Pere Fullana, y el profesor de la UIB y decano de la facultad de Filosofía y Letras Nicolau Dols, son "más personales". Por un lado estaba la idea de "trabajar" la vertiente de Mossèn Alcover como canónigo, hasta la fecha "poco estudiada en las biografías y análisis anteriores", así como su etapa como decano al frente del Cabildo. En total, "27 años de su vida transcurridos en el templo". Por otro, Dols se ha ocupado de contrastar la evolución de Alcover como lingüista, tarea que ya analizó entre 2001 y 2004 con un proyecto impulsado por el Ministerio, con su "otra gran tarea", la eclesiástica. Estas averiguaciones se han podido hacer gracias a la exhaustiva documentación encontrada en las dos fuentes principales utilizadas (Archivo Capitular y el particular Alcover-Moll) de las que se han llegado a encontrar hasta 198 sermones inéditos, de los cuales el libro contiene 8 publicados.

"Lo más importante de este libro es una nueva visión sobre la vinculación de Alcover con la sociedad y sobre su trabajo eclesiástico", explica Dols. Se refiere a la forma en que esas nuevas fuentes analizadas ha permitido saber cómo era "el día a día en la época de Alcover como canónigo". Cómo vivió la llegada de la primera dictadura, la llegada de la República, cómo fueron los comienzos del turismo... etcétera. "Luego está mi parte en el libro que trata sobre qué intersecciones hay entre su actuación eclesiástica y su trabajo de investigación".

Es decir, es un libro "de relaciones" que al final concluye con una valoración acerca del papel de la Seu en aquella época, como "la entidad que estaba en medio de todo", afirman.

La figura de Campins

"No es que cambie sustancialmente lo que se conoce de él hasta ahora", matiza Fullana. El libro ahonda más en su perfil, entrando en un aspecto que muestra cómo "desde la Seu hubo un contingente de canónigos, de un equipo de personas muy significativas y primeras figuras dentro del mundo de la cultura" con cierto prestigio intelectual que tenían "un proyecto"; una misión que no era únicamente de carácter religioso sino que abarcaba otras tareas. Encargos no eclesiásticos que puede que sean los culpables de que hoy se considere la Seu "como el patrimonio cultural tan significativo y de tanta relevancia que es", expresan.

Era una generación que trabajó muy "escrupulosamente", liderada y al servicio del obispo Pere Joan Campins, figura clave que da sentido a la misión llevada a cabo, especialmente, por Alcover: "Realmente el personaje central es Campins", sostiene Fullana. "Alcover nunca pierde de vista esto. Sabe que está al servicio de un proyecto que lidera el obispo y es muy leal a esta idea. Él y todos sus colaboradores".

Fullana se refiere a capitulares como Martí Llobera, Bartomeu Pascual, Mateu Rotger o ya más tardío, a Miquel Costa i Llobera. Aunque todos fuesen fichados por el obispo, la relación entre Campins y Alcover era "muy fuerte", en especial por el lingüista. Se trataba de un vínculo emocional "poco tratado también" en otras biografías: "No se trataba de una mera estrategia político-eclesiástica; llegó incluso a afectarle seriamente tras su muerte, causándole "graves deficiencias afectivas" con "repercusiones psíquicas importantes", subraya Fullana.

¿Y cuáles eran esas tareas no eclesiásticas que ponen de manifiesto esa voluntad "aperturista" e "innovadora" que poseía Mossèn Alcover? Dols explica que la capacidad evolutiva de Alcover queda bastante bien reflejada en la nueva documentación y, por ende, en el libro: "Encuentro que esa percepción es muy necesaria para contrarrestar la imagen falsa de un Alcover integrista e inmovilista". Luego está su capacidad organizativa. "Desde todo el trabajo que se desarrolló en la Seu para, por ejemplo, el proceso de reforma de la Catedral con Gaudí, pasando por el nacimiento del Museo, los primeros contactos con el turismo... etcétera". Todo aquello "necesitaba de una regulación que le diera sentido", añaden.

En definitiva, se trataba de dar respuesta al "qué hacer con un patrimonio de esas características", estando para ello "muy atento" a todo cuanto ocurría a su alrededor. Un libro que recoge muy bien la figura de Mossèn Alcover "como un personaje que no dejó -ni deja- indiferente a nadie".