­­En boca de Emma Suárez todo suena a verdad. Para ella, que coronó alto en la cinematografía española de los 90, meterse bajo la piel de un nuevo personaje jamás ha dejado de ser un reto. "Construir un papel supone abrir una puerta y encontrarse con un espacio vacío que has de llenar con tu creación, con lo que vas respirando, leyendo", apunta algo circunspecta bajo el sol tamizado de un octubre veleidoso con el mercurio. Así ha procedido la actriz con Valeria, el papel que encarna en la película Buscando a Eimish, de la cineasta novel Ana Rodríguez Rosell, un filme que se proyectará hoy a las 20.30 horas en el Augusta en el marco del Evolution International Film Festival. "Valeria es un personaje roto, el contrapunto de la protagonista -refiere-. He tenido que alimentar el lado oscuro para interpretarla, pero es cierto que pasar una temporada en Borguetto [Italia] para apuntalar el papel no ha supuesto ningún infierno", explica la actriz, a vueltas con su profesión. Para construir cualquier carácter, opina la madrileña, es necesario alcanzar un estado de concentración en el que "el resto del mundo queda en un segundo plano", un estado "que te permite continuar conectado a un hilo sutil y frágil" (el del personaje) que va creciendo al fragor del trabajo y la implicación personal. Y es que en todo lo que hace, Suárez le insufla resuello, su aliento, por eso en su boca todo suena a verdad. La actriz que lleva dentro saca pecho mientra remueve un café sin dejar de mirar a su interlocutor. De nuevo, a vueltas con la profesión: "Yo no quise ser actriz, pero me enganché. Ni siquiera sé lo que significa serlo. Quizá me dedico a esto porque es demasiado tarde para ponerme con otra cosa", bromea. Pero no engaña.

Una carrera de interpretación labrada a lo largo de treinta años, durante la que ha vivido la evolución del cine en sus aspectos técnicos y económicos, es suficiente salvoconducto para que Emma afirme que "por primera vez" ve que el cine español está en crisis. "Siempre se ha dicho que estaba en tal situación -comenta-, pero ahora sí me lo creo. No hay industria, no hay cine", lamenta. Y es que la cultura es para Suárez "como respirar, el alimento del espíritu, un requisito para estar vivo porque no somos máquinas". En este punto, la actriz evoca a la directora que quizá más le dio, Pilar Miró, con quien rodó El perro del hortelano, piedra de toque en la filmografía patria de los 90: "Ella estaría ahora profundamente cabreada con lo que está pasando. Era una luchadora. Una mujer con unos valores auténticos, honesta, coherente y consecuente, alguien en quien se podía confiar. Personas como Pilar son ahora, en los momentos que estamos viviendo, imprescindibles. Son guías, líderes", indica. Por estas consideraciones, no es difícil deducir que Suárez cree fehacientemente en el compromiso de los artistas. "El actor también debe ser alguien totalmente comprometido con uno mismo y con el mundo en el que vive", concede.

Durante la conversación, la actriz ha ido sembrando pistas sobre su carácter inquieto. "Mi problema es quedarme en casa. Por eso nunca he tenido problemas para aprovechar los medios de comunicación, como el teléfono, para ponerme en contacto con algún director y comentarle que me gusta su trabajo e intentar hacer algo junto. Por delante de la vanidad, del esperar a que te llamen, están las alas, la necesidad de crear, de echar el vuelo", señala.

Emma habla desde la verdad con redaños, una verdad que a veces se materializa en forma de puñetazos. Sacude bien cuando se le pregunta qué tipo de personaje interpreta el político. "Hablando en abstracto y en general, el político es un falso, un hipócrita y un mentiroso. Deberían ayudarnos y estar comprometidos con los ciudadanos. Pero me temo que únicamente dirigen su compromiso al terreno individual. Por eso debo afirmar que sí, que hacen un papelón los políticos. Y algunos lo hacen muy bien", apostilla. Intuitiva, sin máscaras, asevera que jamás se creyó a los próceres de este país. "Me cuesta creerme a la gente que habla en público y que parece que dice grandes verdades", confiesa Suárez, quien, por contraste, sí pronuncia palabras desde la verdad. "Aún no he encontrado a ninguno con el que diga: ´mira, contigo me he equivocado´", añade.

Está claro que la vorágine social que tiene atrapado al país se la conoce bien la actriz en virtud de su último proyecto, Murieron por encima de sus posibilidades, una película que ha empezado a rodar con Isaki Lacuesta. Una tragicomedia contemporánea en la que una serie de personajes que viven situaciones al límite terminan secuestrando a un banquero. "Todos necesitamos héroes así", exclama la actriz en el júbilo de su primera tarde en Mallorca. "Necesitamos guías". Y mira al frente, con la vista perdida. Se habrá vuelto a acordar de Pilar Miró y de toda la verdad que escondía.