Después de las tardes en los pueblos, la única noche palmesana con "pan y toros" y una ovación a Padilla. A continuación los toros de Borja, mansurrones y flojos. La corrida transcurrió anodina y con la aportación de un respetable muy benévolo. Si se cuentan los trofeos otorgados, puede parecer otra cosa. Hubo toros que no iban, perdiéndose el interés, pero al final todos quedaron contentos.

Decimos flojos y mansurrones. Se podría dar la culpa al juego de los astados. Anotamos varita y caída. En muchos casos no hubo toro, aunque no faltaran desplantes y rodillazos, que la parroquia acoge con aplausos.

¿Y qué más se puede decir? Como premios, además de los apéndices, la banda, viniera o no a cuento, alegraba la calurosa velada y el público colaboraba con palmoteos verbeneros. Una fiesta en el ruedo, más propia de las bandas cómico-taurino musicales, desaparecidas, que hicieron las delicias de los chicos de los cuarenta.

La flojera, con música, es más fácil de digerir, aunque algún torito escarbe y se desentienda de la lidia. Los rodillazos y las florituras, sin oponente, no tienen ningún valor. Pero a los que van a pasar la noche les tiene sin cuidado.

En el primero, después de levantarlo, solo suenan unas palmas. En el cuarto con una varita, anotamos un quite por faroles, suerte que no se prodiga. Padilla da dos vueltas a la redonda.

En el segundo, llega la primera oreja. Con una vara y una caída. El quinto es un mansurrón. Bien con los garapullos. El toro no va ni con música.

El tercero es protestado, por flojo. Hay palmoteos, protestas y caída. Como decimos, la sosería con música, es aceptada. No faltan desplantes y abaniqueos. Con una estocada, se otorga un trofeo.

En el cuarto, con derroche de facultades. Una buena estocada y oreja. El buenísimo y respetable pide, con fuerza, la segunda, pero el "usía", con muy buen criterio no la concede. Recordemos que tal premio corresponde al presidente.

En el quinto, el peor del encierro, no va, no va... Pero suenan unas palmitas. Que no se diga...

El sexto se sale de las rayas y toma una vara. La cosa finaliza con un tanteo, un desarme y una estocada, seguida de dos descabellos.

No queremos omitir, al cabo de lo que se puede comentar, algo al margen de la lidia, ¿Se anunció la función? Realmente, no. No hubo anuncios en los medios. Por otra parte, han desaparecido las carteleras que ofrecían los murales ¿Cómo se enteran que se abre el Coliseo Balear?

Los viejos aficionados, que apenas quedan, añorarán el ambiente de antaño, con abundante publicidad y que daba motivo a los comentarios, a las charlas, que tanto influyen en lo que ha de ocurrir.

Con la carencia de funciones, se ha ido apagando, poco a poco, y mucho tememos que no vuelva a suceder. Todo, de la mano de los festejos que se cuentan con los dedos de la mano.

Estas líneas pudieran parecer derrotistas, pero no, son muy reales y se pueden comprobar todos los veranos.