Los yacimientos del extremo meridional del continente africano que abren la puerta del Océano Índico, los de la provincia de El Cabo de Sudáfrica -Border Cave, Blombos, Klasies River Mouth, Die Kelders, Hoedjiespunt-, han sido considerados por los paleontólogos como los más antiguos entre los que contienen indicios de la aparición de los rasgos culturales propios de nuestra especie. Tanto la técnica de talla microlítica como la presencia de pigmentos de ocre y conchas perforadas fueron tenidas a guisa de prueba de que la mente moderna había aparecido ya en el entorno de los 80.000 años, anticipando en cerca de 50.000 la entrada de los cromagnones en Europa y las culturas que los arqueólogos calificaron en su momento como protagonistas de la revolución estética indicada por las policromías de cuevas como Altamira y Lascaux.

Sin embargo, las cuevas del cabo de Buena Esperanza contenían un enigma. Esas innovaciones culturales se esfumaban después de su aparición, con una ausencia entre los 60.000 años y los 20.000 en que se presentan de nuevo. La reaparición de la cultura propia de la "mente moderna" es patrimonio de un grupo étnico aún superviviente, los bosquimanos San, y cuenta con artefactos que se separan un tanto de los objetos más antiguos hallados en las cuevas sudafricanas.

Dos artículos publicados en la revista de la academia estadounidense de Ciencias, conocida por sus siglas, PNAS, han despejado algunas de esas incógnitas. Paola Villa, del museo de la universidad de Colorado (EEUU) y Francesco d´Errico, del CNRS francés en la universidad de Burdeos, al frente de sendos equipos que comparten la mayor parte de sus integrantes, han comunicado el hallazgo e interpretación de numerosos restos de Border Cave que indican un cambio cultural de gran trascendencia cuyos comienzos podrían llevarse a los 56.000 años. El periodo 44-42.000 es el que indica las mayores innovaciones -desde bastones de excavación hasta puntas de flecha, amén de los objetos decorativos que se relacionan con el comportamiento humano moderno-. Y esos nuevos hallazgos con poco más de cuarenta mil años son el punto de partida de lo que es hoy la cultura San.

Frente a las interpretaciones más o menos esotéricas y un tanto especulativas acerca de lo que le habría pasado a los logros tecnológicos y simbólicos de los primeros humanos modernos del cabo de Buena Esperanza, la explicación que proporcionan los equipos de Villa y d´Errico es mucho más simple: esos conjuntos culturales evolucionaron in situ dando paso a lo largo del tiempo en que se creían desaparecidos a lo que son las herramientas y los usos decorativos actuales. Cierto es que esa historia de evolución ya aclarada entre los 80.000 y los 20.000 últimos años no se remonta todavía a los tiempos de aparición de nuestra especie -entre 150 y 200.000- pero todo se andará. Para encontrar las pruebas necesarias hay que creer antes en ellas. Ya podemos hacerlo.