Todo el mundo tiene sueños, algunos más fáciles de cumplir que otros; unos quieren tirarse en paracaídas, volar en globo aerostático o hacer puenting. El Aquarium de Palma puede cumplir el deseo de aquellos que alguna vez hayan soñado con cenar entre tiburones.

El precio del cubierto, 80 euros, permite disfrutar de un variado entrante de comida creativa, con un primer plato a elegir entre carne o pescado, y como postre una copa de mousse de chocolate con nata que hace la boca agua.

Las cenas, que solo se celebrarán hasta el 31 de agosto, se organizan según van llegando peticiones, pero siempre en grupos reducidos.

Un servidor se decantó por la carne, y puedo decir que mi acompañante y yo, sin duda, estaríamos encantados de volver a repetir velada.

Realmente suena divertido pensar que los que degustan el plato de pescado son observados por animales marinos, como los tiburones y otros peces.

Primero, visita por la jungla

Cuando los asistentes llegan a las instalaciones no se les lleva directamente al salón donde se sirve la cena, sino que primero gozan de un breve recorrido entre plantas exóticas procedentes de Costa Rica y de otras partes del mundo.

En el transcurso del recorrido aparece una cascada de unos siete metros de altura, que, con su brisa, refresca a los comensales.

Al final del paseo los visitantes se encuentran con un banco de temibles pirañas, separadas del resto de peces por un cristal, para evitar que haya algún problema de convivencia.

Segundo, recorrido marino y cena exclusiva

Tras haber disfrutado de la jungla, el guía acompaña a los asistentes para realizar una visita por diversas peceras donde se encuentran gran cantidad de especies. A continuación se hace una visita a uno de los organismos marinos que más miedo dan en las playas, las medusas.

Al final de este recorrido los asistentes aparecen en la sala donde podrán disfrutar de una cena exclusiva. Los comensales se sientan en sus mesas, desde las cuales pueden disfrutar de unas vistas privilegiadas.

Mientras toman la suculenta cena pueden levantar la vista y ver que, a pocos metros de donde se encuentran sentados, les está observando fijamente un gran tiburón con cara de pocos amigos.

A más calor, menor precio

El Palma Aquarium, además, ha instalado una máquina que mide el precio de las bebidas según la temperatura que haya en el exterior del recinto.