Pese a que la afirmación de que son necesarios más fósiles para poder entender mejor las primeras etapas de la evolución humana es un mantra que recitan una y otra vez todos los paleoantropólogos, con frecuencia sucede que los nuevos hallazgos arrojan, junto a algo de luz, aún más sombras. Así sucede con el descubrimiento del ejemplar BRT/VP 2/73, un conjunto de huesos del pie derecho (un primer, segundo y cuarto metatarso completos, la cabeza del tercero, tres falanges proximales y una medial) pertenecientes a un humano de cerca de 3,5 millones de años que procede de la localidad de Burtele (yacimiento de Woranso-Mille, Etiopía). Yohannes Haile-Selassie, un muy reputado investigador que ha participado como protagonista en el hallazgo y descripción de los Ardipithecus, y sus colaboradores, han publicado en la revista Nature las primeras interpretaciones de BRT/VP 2/73 poniendo de manifiesto algunas circunstancias sorprendentes.

La primera de ellas tal vez sea el ejemplar en sí mismo porque, como indican los autores, es muy raro contar con huesos tan frágiles del pie. Predadores y carroñeros suelen dar cuenta de ellos antes de que puedan fosilizarse. Pero al haberse conservado, ese conjunto pone de manifiesto que en el proceso de desarrollo de la locomoción bípeda que caracteriza a todos los humanos hace 3,5 millones de años existían al menos dos tipos distintos de hominino con sus propias adaptaciones. Aunque coincida en edad con los Australopithecus afarensis, BRT/VP 2/73 muestra un grado de bipedia mucho más primitivo que el de Lucy, con un dedo gordo divergente respecto del resto que lo aproxima a los homininos de más de 5 millones de años (pertenecientes al género Ardipithecus).

Haile-Selassie y sus colaboradores no asignan el nuevo hallazgo a ninguna especie; una decisión prudente y plausible. Con lo escaso de la muestra hallada, es mejor no adentrarse por esos terrenos. Pero en el panorama de la evolución humana era común sostener que los cambios en la forma de marcha bípeda habían supuesto una de las principales diferencias entre ardipitecinos y australopitecinos, siguiendo el guión indicativo de la tendencia a mantener una bipedia cada vez más alejada de la trepa y más cercana a los largos desplazamientos en el suelo. El fósil de Burtele echa abajo esa hipótesis, indicando que es probable que las distintas alternativas evolutivas se mantuviesen durante millones de años dentro de un abanico de diferentes capacidades combinadas de trepa arbórea y bipedia terrestre. De hecho, la mezcla de rasgosestá aún presente en los primeros miembros de nuestro género, Homo. Es el Homo erectus, una especie de poco menos de dos millones de años, el primer humano que fija un pie con el arco pronunciado y el pulgar que tenemos hoy. Ese tipo último de locomoción bípeda que a nosotros nos parece el más "completo" parece haber tardado en lograrse, como colofón de distintos tipos de bipedia que se prolongaron en el tiempo mucho más de lo que pensábamos antes.