Vládimir Lébedev (1891-1967)

Museu Fundación Juan March

Carrer Sant Miquel, 11 (Palma)

Hasta el 26 de Mayo

Me resulta un poco asfixiante el ambiente en el interior de las salas del Museo de la Fundación Juan March, su recorrido museográfico obsoleto me transmite un sentimiento de inquietud y hasta cierta angustia, pero hay que reconocer que en ellas he tenido la oportunidad de ver la obra de grandes artistas del siglo XX.

Hasta finales del mes de mayo podemos encontrar la exposición monográfica del artista ruso Vládimir Lébedev (1891-1967), uno de los creadores del periodo más esplendoroso de la historia del arte moderno. Son un centenar de obras sobre papel, carteles, dibujos e ilustraciones, procedentes de colecciones públicas y privadas como la de Merrill C. Berman, de Estados Unidos, y la Biblioteca de l´Heure Joyeuse de París.

En 1933, durante la República española, las creaciones de Lébedev se vieron en Madrid en una exhibición de carteles y fotografía soviética. Casi ochenta años después esta exposición nos permite identificar la evolución estilística de las etapas de la historia del arte de Rusia, destacadamente a través del cartel. Durante la revolución se democratizó la cultura y se convirtió en un arte dirigido a toda la población que era mayoritariamente analfabeta, poseedor de un lenguaje narrativo propio de la gráfica publicitaria, un lenguaje estilizado y una gran expresividad. Ya lo decía Antoni Tàpies: "El lenguaje del cartel no debe ser intelectual sino emocional"

Como otros artistas e intelectuales rusos, Lébedev acogió el triunfo de la Revolución de 1917 con el entusiasmo de contribuir al desarrollo de la nueva sociedad socialista y del arte utilitario al servicio del nuevo pensamiento. El arte tenía una función concreta en el desarrollo de la revolución, ofreciendo una sensación de espectáculo visual aplicado en todos los ámbitos de la vida. Tatlin trabajó intensamente para el poder soviético que intentaba encarnar los ideales revolucionarios: una unión de formas puramente artísticas con finalidad utilitaria, de un país que desde hace unos días vuelve a tener como presidente a Vládimir Putin. Otro líder ruso que no refleja las preferencias del país, sino una obra teatral prefabricada, manipulada para producir el resultado que el Kremlin siempre quiso.